Ilustración ansiedad

«Tengo miedo de volver a tener ansiedad y pasarlo tan mal como lo pase»

Muchas veces, cuando estamos en un proceso de terapia y sentimos que hemos conseguido nuestros objetivos iniciales (por ejemplo, reducir mis niveles de ansiedad, entender qué función cumple la ansiedad en mi vida o aprender a gestionarla de un modo más adaptativo) nos invade cierto miedo por sentir y pensar «puede que esto me vuelva a ocurrir en un futuro», «no quiero volver a sufrir tanto como sufrí en su día» 💥💥

¡Es natural que ese pensamiento aparezca! Al fin y al cabo, solo nosotr@s conocemos con que intensidad hemos sufrido y lo incapacitante que esto a podido ser en ciertos momentos ✨✨

Por lo tanto, si te sientes así cuando tu proceso de terapia está llegando a su fin, ¡es normal! Te ánimo a que lo puedas hablar con el/la profesional que te acompaña para que juntos podáis hacer un recorrido por todo este tiempo que llevas en terapia.

Seguramente, si estás al final de la terapia, hayas podido identificar qué función tenía tu ansiedad (¡y créeme que esto ya es mucho!), porque apareció en tu vida en ese momento…así como conocer de qué manera te estabas relacionando con ésta (qué te servía y que no) y desarrollar ciertos recursos para gestionarla las veces que ésta vuelva a aparecer 🌱🌱

Por lo tanto, los profesionales no te podemos garantizar que no vas a volver a experimentar ansiedad (lo desconocemos) pero te podemos asegurar que no estás en esa «casilla de inicio» en la que estabas cuando comenzaste la terapia. ¡Y esto te puede ayudar mucho si en un futuro la ansiedad vuelve a intentar apoderarse de ti! 🥰

Aún así, recuerda que puedes volver a pedir ayuda las veces que lo necesites. Esto no significa que no hayas aprendido nada, simplemente que la ansiedad te vuelve a avisar de que hay algo en tu vida que necesita ser atendido.

¡ATIÉNDETE!

Ilustración trauma y apego

¿Sabes cuál es la relación entre trauma y apego?


Artículo escrito por Matxalen Abasolo

Trauma de apego

Existe la creencia generalizada de que una persona sufre un trauma cuando ha vivido una experiencia perturbadora, habitualmente inesperada y de elevada intensidad emocional, como un abuso, un accidente, un atentado, una violación, etc.

Sin embargo existen vivencias durante la infancia, incluso en el vientre materno que en sí mismas puede generar un trauma a la persona, un trauma de apego.

Tipos de Trauma

En el caso de Linehan, se habla de:

Trauma T

Cuando el acontecimiento por sí solo puede causar Trastorno por Estrés Postraumático. 

Un ejemplo sería la vivencia de una catástrofe, un accidente, un infarto o una agresión.

Trauma t

Son más sutiles, persistentes y relacionados con el apego. Las vivencias impactan sobre las creencias que se tiene de uno mismo, de las otras personas y del mundo. Un buen ejemplo de este tipo de trauma serían las humillaciones.

Por otro lado, P. Levine propone la siguiente clasificación:

Trauma de choque

Cuando se trata de una amenaza repentina que nuestro sistema nervioso central percibe como sobrecargante o mortal.

Trauma evolutivo o de desarrollo

Estos traumas son causados por eventos prolongados en el tiempo que afectan a la seguridad y confianza de la persona, como por ejemplo una negligencia parental o una enfermedad grave.

El trauma y el apego ¿relacionados?

Dependiendo del tipo de apego que haya desarrollado una persona, tendrá su propia forma de manejar los traumas. Si tuvo un apego seguro cuando era niño, desarrollará un patrones de confianza en sí mismo y y en otros, teniendo mayor facilidad para hablar de sus emociones y mejor autorregulación. Tendrá tendencia a manejar y resolver conflictos on ecuanimidad de juicio. Por tanto, un apego seguro fomentará la resiliencia, propiciando que la respuesta traumática probablemente sea de conexión social o descarga.

Los traumas de apego incluyen, negligencia emocional, abuso físico o sexual por parte de un progenitor, presenciar violencia, hospitalizaciones tempranas, pérdida temprana del padre o la madre, rechazoabandono, presión para el éxito e inversión de roles. Estas experiencias traumáticas de apego  van a ser determinantes en la relación con la pareja y en la relación con los hijos. Además se transmiten transgeneracionalmente, no solo como modelos de aprendizaje, sino que también se pueden transmitir en los genes.

El apego ansioso ambivalente de base

Si la persona desarrolló un apego ansioso ambivalente, probablemente genere una dependencia exacerbada hacia los demás, así como una carencia de autonomía, con un comportamiento colérico, vigilante, indefenso y ambivalente, con pasividad en la conducta exploratoria. Para regular el afecto en situaciones traumáticas, probablemente genere conductas de riesgo o de consumo de alcohol.

El apego evitativo de base

Si desarrolló un apego evitativo, su tendencia para afrontar el trauma probablemente sea también evasiva, con miedo al rechazo o a la agresión. Pueden mostrar una actitud condescendiente y de rechazo, cuestionando la competencia o eficacia del terapeuta en consulta. Eso podría dificultar su vinculación e implicación en un proceso terapéutico, así como rechazo, repitiendo el ciclo de rechazos vivido en la infancia.

El apego desorganizado

Finalmente, si adquirió un apego desorganizado en su infancia, al reaccionar a la situación traumática la persona probablemente carezca de estrategias para afrontar el trauma. En ese caso, la persona se muestra hipervigilante y con conductas controladoras, con una búsqueda intensa de proximidad seguida de fuerte evitación. Eso se debe a que este sistema de apego se asocia a cuidados traumáticos, como por ejemplo, un abuso en el cual el cuidador es la fuente de la amenaza. Lleva a la escisión o disociación, a la inversión de roles y a una tendencia excesiva al control.

Consideramos la psicoterapia imprescindible a la hora de trabajar aquellos aspectos de la persona que sean insuficientes o negativos a la hora de concebir relaciones interpersonales y el mundo en sí. Proporcionando herramientas necesarias para llevar a cabo una regulación emocional saludable y necesaria, entre otras muchas cosas.

Ilustración violencia vicaria

Violencia vicaria

Artículo escrito por Matxalen Abasolo

La violencia vicaria es una forma de violencia de género por la cual los hijos e hijas de las mujeres víctimas de violencia de género son instrumentalizados como objeto para maltratar y ocasionar dolor a sus madres.

Los hijos e hijas de las mujeres víctimas de violencia de género, así como las niñas y niños menores sujetos a su tutela, guarda y custodia, son víctimas directas de este tipo de violencia, tal y como recoge desde el año 2015 la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Además, en ocasiones estos y estas menores son utilizados por el maltratador para hacer daño a la madre. Es decir: nos encontramos ante una forma de violencia vicaria.

  • Utiliza a tus hijas e hijos para hacerte daño. Amenaza con quitártelos
  • Amenaza con matarlos, te dice que te dará don- de más te duele.
  • Interrumpe los tratamientos médicos de tus hijos/as cuando están con él.
  • Utiliza los momentos de la recogida y retorno del régimen de visitas para insultarte, amenazarte o humillarte.
  • Habla mal de ti y tu familia en presencia de ellas y ellos.

¿Cómo podemos prevenirla?

Muchas víctimas no denuncian por miedo a las consecuencias o porque creen que hacerlo no va a servir de nada. Eso supone que, cuando los casos llegan a conocerse, suele ser ya demasiado tarde. Por eso es importante concienciar y educar en la prevención y la identificación de esta clase de abusos.

Tenemos que estar especialmente atentos a las señales que nos alertan de un posible caso de maltrato contra terceros para poder dar la voz de alarma.

Se dice que esta forma de violencia, la violencia vicaria, es extremadamente cruel en la medida en que el agresor conoce perfectamente el inmenso dolor que va a producir, que es un daño irreparable en tanto que la madre sufrirá durante toda su vida la ausencia de sus hijos y porque, en estos casos, no solo hay una víctima, la madre, sino también las niñas y niños que también se convierten en víctimas directas del maltrador.

En definitiva, contamos con tres potentes herramientas para luchar contra la violencia vicaria:

  • Educación de las nuevas generaciones.
  • Sensibilización de la sociedad.
  • Compromiso de la justicia y las organizaciones sociales.
Ilustración pérdidas afectivas

PÉRDIDAS AFECTIVAS

Artículos Leyre Curto

El duelo es un proceso dinámico y de duración indeterminada con el que el ser humano ha convivido desde el principio de los tiempos. Una de nuestras características es la capacidad de mantener un vínculo afectivo con las personas que fallecen; es posible que, por este motivo, a lo lago de la historia nos hemos hecho muchas preguntas relacionadas con la muerte.

No obstante, el duelo puede aparecer por otros muchos acontecimientos vitales; por ejemplo, por problemas de salud o pérdidas de autonomía personal, por una separación o divorcio, pérdidas asociadas a un proyecto personal, pérdidas asociadas a los procesos migratorios, etc. En consecuencia, se podría englobar el duelo en todo aquello que suponga una pérdida afectiva significativa.

Muchas personas acuden a terapia por estar viviendo algún tipo de duelo y otras en cambio, aunque no sea el motivo de consulta principal, este tema aparece a lo largo del proceso terapéutico; ya que independientemente de las experiencias vividas, todos tenemos nuestros propios duelos.

Frecuentemente, se relaciona el duelo con la adaptación emocional que sigue a la pérdida, pero abarca otras dimensiones, como lo son, la afectación a nivel física, cognitiva, relacional, conductual, e incluso espiritual. Este proceso nos ayuda a elaborar y transitar por la pérdida, a reconstruirnos a nosotros mismos; para ello, no hay una única forma; todas las emociones que se sienten son totalmente válidas y no hay una forma “correcta” de poder elaborarlo.

El duelo, en la mayoría de los casos, no es un proceso individual e implica a un grupo de personas. Cada cultura, concibe el duelo y la muerte de forma diferente y existen diferentes rituales o hábitos para afrontar este suceso. Este fenómeno, a veces, llega a crear sufrimiento en aquellas personas que no están viviendo el duelo como el resto del grupo y una pérdida que de por sí, causa mucho dolor, se puede vivir con más sufrimiento.

Si te encuentras en un proceso de duelo y necesitas ayuda, te acompañaremos de la forma más empática a atravesar, elaborar, identificar y validar tu pérdida. Especialmente, a volver a la vida con la parte que falta, no sin ella.

Ilustración psicoterapia

¿CÓMO SÉ SI MI PROCESO TERAPÉUTICO HA TERMINADO?

Puede que alguna vez te hayas hecho esta pregunta dentro de tu propio proceso terapéutico o hayas tenido curiosidad por algún motivo.

Lo cierto es que no siempre es fácil responder a esta pregunta.

Voy a intentar responderte explicándote de forma breve cuáles son las fases del tratamiento de terapia en psicología que yo planteo:

1) Evaluación: en las primeras sesiones se escucha la demanda y el motivo de consulta del paciente y se realiza una evaluación psicológica de sus posibles problemas. Generalmente, esto se suele hacer en las 2-3 primeras sesiones.

2) Explicación de hipótesis:  se hace una sesión de devolución en la que se identifican las conductas problema y el contexto en que se producen, los factores de riesgo y mantenedores. Así, se puede establecer un tratamiento más individualizado y personalizado.

3) Terapia: está es la parte más importante del proceso. Su la objetivo principal es que el paciente aprenda estrategias, habilidades y técnicas necesarias para afrontar el motivo por el que decidió acudir a terapia. En este caso, la duración puede variar dependiendo de la persona, del problema a tratar y de muchos otros factores.

4) Seguimiento: una vez hemos trabajado los pensamientos, emociones y situaciones que estaban causando malestar y observo que el paciente tiene más recursos de gestión emocional, le planteo espaciar el tiempo entre sesiones. También trabajamos la prevención de recaídas para que contemos con recursos y herramientas por si alguna de las situaciones trabajadas vuelve a aparecer poder gestionarlas de la mejor manera posible.

5) Final o cierre: nos lo planteamos cuando a disminuido la frecuencia, la duración y la intensidad del problema que hizo que la persona acudiera a consulta. En mi caso, siempre lo hablo con el paciente con bastante tiempo de antelación para que me diga si está preparado para el alta, que miedos tiene…

La idea será siempre que la terapia tenga un final, no queremos generar dependencia en el paciente.

Yo siempre me despido dejando las puertas abiertas, es decir, diciéndole a la persona que siempre que lo necesite puede volver, ya sea para una consulta puntual o para comenzar un nuevo proceso.

Ilustración deja de huir de tu malestar

DEJA DE HUIR DE TU MALESTAR. LA SALIDA A ESTE DOLOR ESTÁ EN TU INTERIOR.

Quizá haya momentos en tu vida en los que no te has encontrado bien, hayas tenido bajo estado de ánimo, ansiedad, te hayas encontrado un tanto perdido/a como sin rumbo claro, te haya costado poner límites, hayas sentido que tu autoestima estaba bajita…

Puede que a lo largo de tu vida hayas atravesado por algún momento/estado de este tipo o puede que te encuentres así en estos momentos.

No pasa nada, tranquilo/a. Es más común de lo que pensamos.

Lo importante es cómo has gestionado o gestionas estos momentos. ¿Eres de las personas que busca estar todo el día distraída y activa para «no pensar»? ¿O eres de las que se paran e intentan ver cuál es el origen de ese malestar?

En consulta muchas veces me encuentro con personas que han pertenecido durante bastante tiempo a este primer grupo (yo misma también me identifico con este grupo en algún momento de mi vida). Puede que nos metamos en esta dinámica porque pensemos que así no sentiremos el dolor (o lo sentiremos menos) pero… ¿qué ocurre a la larga?

¡Que el dolor se hace más fuerte y más persistente en el tiempo!

El dolor no desaparece con el paso del tiempo por arte de magia ni porque dejemos de escucharlo durante un tiempo.

El dolor solo desaparece si nos hacemos cargo de él y lo atendemos. Quizá te estés preguntando «¿y cómo puedo hacer esto?»

¡DEJANDO DE HUIR Y MIRANDO HACÍA DENTRO!

Y es que lo más seguro es que la respuesta a tu malestar esté en tu interior en forma de heridas del pasado, de carencias, de inseguridades y temores acumulados a lo largo de tu vida, de experiencias difíciles de procesar…

Por eso es tan importante poner el foco en ti, en tu interior.

Y alguna de las «herramientas» que puede ayudarnos en este proceso de mirar hacia dentro son las siguientes:

1- La pausa: Es fundamental que nos demos cuenta de cuando estamos funcionando con el piloto automático encendido, sin ser conscientes de muchas de las cosas que ocurren en nuestro mundo interior y exterior. Para ello, te sugiero realizar pequeñas pausas durante el día. Por ejemplo, puedes poner una alarma cada cierto tiempo para parar, apagar el piloto automático y conectar contigo mismo/a; con lo que estás haciendo, con lo que sientes y piensas.

2- Respiración: Aunque es evidente que estamos todo el día respirando porque es una función básica de nuestro organismo, la idea es respirar de forma consciente. Por ejemplo, puedes probar a inhalar contando hasta 5, retener el aire contando 2 y exhalar en 8. A través de la respiración consciente, podemos conectarnos con el momento presente y con cómo te encuentras tú en este instante.

3- Escáner corporal: A veces, podemos tener la sensación de que nos pasa algo y no sabemos lo que es exactamente. Cuando te ocurre esto, ¿te paras a escuchar lo que tu cuerpo quiere decirte? Si lo haces, ¡enhorabuena! Y si aún no te has parado a escuchar a tu cuerpo, te sugiero que te tumbes, crees un espacio agradable y te permitas parar durante un momento. Pregúntate “¿cómo me encuentro hoy?”. Empieza por centrarte en tu respiración y poco a poco recorre todo tu cuerpo, desde la cabeza a los pies, observando y prestando atención a las sensaciones corporales que van apareciendo.

4- Escribe: La escritura tiene efectos terapéuticos para muchas personas. Si te gusta escribir, puedes probar a agendar una cita contigo mismo/a en algún momento de tu semana y escribir tus preocupaciones, pensamientos, escribir sobre las emociones que estas sintiendo e incluso escribir a tu ansiedad y/o malestar como si fuese una persona (¿qué te gustaría poder decirle?).

5- Trabaja la conciencia verbal: Ponte a lo largo de una semana varias alarmas en horas aleatorias y cuando suene la alarma dedicarte un minuto a observar tus últimos pensamientos.

Observa que tipo de pensamientos predominan en ti, así como de qué manera te hablas. ¿Qué te dice esto?

No se trata de que juzgues tus pensamientos, sino de que los observes y comprendas que te quiere decir esto.

6- Practica el autocuidado: ¿Cuidas de ti mismo/a o te dejas llevar por la inercia del día a día? Dedícate momentos en tu día a día en los que poder disfrutarte. Por ejemplo, puedes hacer una pausa a media mañana para tomar un café en una terraza, puedes prepararte un baño relajante al llegar a casa, dedicarte un rato a realizar una actividad que te guste… ¡Cuídate y deja a un lado el “no tengo tiempo para mi”!

7- Acude a terapia: Si en este proceso de mirar hacia dentro estás acompañada por un profesional que te transmita confianza y seguridad, probablemente sea más fácil. Recuerda: No tienes que poder tu solo/a con todo.

VACIA TU

Acudir a terapia NO tiene nada que ver con ser una persona débil

“Siento que acudir a terapia me convierte en una persona más débil”

Esta frase aparece en alguna primera consulta de psicología y normalmente llevan consigo años o meses de sufrimiento en solitario y de sostener (con un esfuerzo enorme) situaciones innecesarias.

¡Cuánto daño han hecho todos los mitos presentes en nuestra sociedad acerca de la psicología y de la función de l@s psicólog@s! ?

➡️Acudir a terapia NO es un signo de debilidad. Al contrario, acudir a terapia (al igual que pedir ayuda cuando la necesitamos) es una señal de valentía.

Muchas veces, me encuentro con personas que acuden a terapia agotadas, frustradas y desesperanzadas ??

?Probablemente porque llevan mucho tiempo intentando salir de la situación en la que se encuentran y no lo consiguen. Y no es porque sean más débiles que otras personas sino porque a veces necesitamos que alguien externo a nosotros nos ayude. ¡Es totalmente humano!

Además, cuando nos hemos «empeñado» en que tenemos que salir por nosotras mismas de la situación en la que nos encontramos, estamos acostumbrad@s a «sufrir en silencio” y callar emociones. Sin embargo, es tan injusto como ineficaz la mayoría de las veces.

➡️Me gustaría decirte que por pedir ayuda NO pierdes tu valor. ➡️Si pides ayuda, seguirás teniendo el mismo valor, el mismo papel activo y muchísimo más aprendizaje.

Mediante la terapia, puedes descubrir recursos de afrontamiento que ya están presentes en ti y otras veces aprenderás recursos nuevos que no conocías pero serás tú quien los ponga en marcha, quien los interiorice ✨✨

?Acudir a terapia no es «sentarte a hablar» y tener un rol pasivo.

Tu vas a seguir esforzandote de una forma similar pero en vez de estar sol@ en ese recorrido lo harás acompañad@ por una persona profesional que te guiará y así el recorrido será más llevadero.

RECUERDA ?

?? No es de personas débiles acudir a terapia
??No necesitas “poder sol@”
??No tendrás un rol pasivo en tu tratamiento

Ilustración sentimientos

LO TENGO TODO PERO NO ME SIENTO COMO ME TENDRÍA QUE SENTIR

?Algunas personas acuden a terapia diciendo «no entiendo lo que me pasa… Tengo una buena familia, amigos, una pareja que me quiere, un trabajo que me gusta… Pero no me siento como me tendría que sentir» ?

➡️A medida que vamos trabajando en su historia, descubrimos ? que a veces hay heridas del pasado no resultas que siguen teniendo mucho poder en la actualidad. En la mayoría de los casos porque no se atendieron como se hubiese necesitado en su momento.

?Quizá porque en ese momento pensábamos que con el tiempo se curarian por si solas, que no era algo tan importante como finalmente resultó siendo…

➡️Lo que está claro es que si seguimos construyendo nuestra historia encima de heridas no cerradas, tarde o temprano éstas volverán a resurgir y hacernos daño ?

En cualquier caso, te ánimo a que si no te sientes bien y estás sufriendo por el motivo que sea, no te quedes en el lamento de «no me siento como me tendría que sentir».

En vez de eso, te invito a que te preguntes:

➡️¿Qué está en mis manos para sentirme mejor? ?

Y recuerda… No pasa nada si tienes que pedir ayuda. Todos/as lo hacemos en algún momento y está bien ?