Ilustración deja de huir de tu malestar

DEJA DE HUIR DE TU MALESTAR. LA SALIDA A ESTE DOLOR ESTÁ EN TU INTERIOR.

Quizá haya momentos en tu vida en los que no te has encontrado bien, hayas tenido bajo estado de ánimo, ansiedad, te hayas encontrado un tanto perdido/a como sin rumbo claro, te haya costado poner límites, hayas sentido que tu autoestima estaba bajita…

Puede que a lo largo de tu vida hayas atravesado por algún momento/estado de este tipo o puede que te encuentres así en estos momentos.

No pasa nada, tranquilo/a. Es más común de lo que pensamos.

Lo importante es cómo has gestionado o gestionas estos momentos. ¿Eres de las personas que busca estar todo el día distraída y activa para «no pensar»? ¿O eres de las que se paran e intentan ver cuál es el origen de ese malestar?

En consulta muchas veces me encuentro con personas que han pertenecido durante bastante tiempo a este primer grupo (yo misma también me identifico con este grupo en algún momento de mi vida). Puede que nos metamos en esta dinámica porque pensemos que así no sentiremos el dolor (o lo sentiremos menos) pero… ¿qué ocurre a la larga?

¡Que el dolor se hace más fuerte y más persistente en el tiempo!

El dolor no desaparece con el paso del tiempo por arte de magia ni porque dejemos de escucharlo durante un tiempo.

El dolor solo desaparece si nos hacemos cargo de él y lo atendemos. Quizá te estés preguntando «¿y cómo puedo hacer esto?»

¡DEJANDO DE HUIR Y MIRANDO HACÍA DENTRO!

Y es que lo más seguro es que la respuesta a tu malestar esté en tu interior en forma de heridas del pasado, de carencias, de inseguridades y temores acumulados a lo largo de tu vida, de experiencias difíciles de procesar…

Por eso es tan importante poner el foco en ti, en tu interior.

Y alguna de las «herramientas» que puede ayudarnos en este proceso de mirar hacia dentro son las siguientes:

1- La pausa: Es fundamental que nos demos cuenta de cuando estamos funcionando con el piloto automático encendido, sin ser conscientes de muchas de las cosas que ocurren en nuestro mundo interior y exterior. Para ello, te sugiero realizar pequeñas pausas durante el día. Por ejemplo, puedes poner una alarma cada cierto tiempo para parar, apagar el piloto automático y conectar contigo mismo/a; con lo que estás haciendo, con lo que sientes y piensas.

2- Respiración: Aunque es evidente que estamos todo el día respirando porque es una función básica de nuestro organismo, la idea es respirar de forma consciente. Por ejemplo, puedes probar a inhalar contando hasta 5, retener el aire contando 2 y exhalar en 8. A través de la respiración consciente, podemos conectarnos con el momento presente y con cómo te encuentras tú en este instante.

3- Escáner corporal: A veces, podemos tener la sensación de que nos pasa algo y no sabemos lo que es exactamente. Cuando te ocurre esto, ¿te paras a escuchar lo que tu cuerpo quiere decirte? Si lo haces, ¡enhorabuena! Y si aún no te has parado a escuchar a tu cuerpo, te sugiero que te tumbes, crees un espacio agradable y te permitas parar durante un momento. Pregúntate “¿cómo me encuentro hoy?”. Empieza por centrarte en tu respiración y poco a poco recorre todo tu cuerpo, desde la cabeza a los pies, observando y prestando atención a las sensaciones corporales que van apareciendo.

4- Escribe: La escritura tiene efectos terapéuticos para muchas personas. Si te gusta escribir, puedes probar a agendar una cita contigo mismo/a en algún momento de tu semana y escribir tus preocupaciones, pensamientos, escribir sobre las emociones que estas sintiendo e incluso escribir a tu ansiedad y/o malestar como si fuese una persona (¿qué te gustaría poder decirle?).

5- Trabaja la conciencia verbal: Ponte a lo largo de una semana varias alarmas en horas aleatorias y cuando suene la alarma dedicarte un minuto a observar tus últimos pensamientos.

Observa que tipo de pensamientos predominan en ti, así como de qué manera te hablas. ¿Qué te dice esto?

No se trata de que juzgues tus pensamientos, sino de que los observes y comprendas que te quiere decir esto.

6- Practica el autocuidado: ¿Cuidas de ti mismo/a o te dejas llevar por la inercia del día a día? Dedícate momentos en tu día a día en los que poder disfrutarte. Por ejemplo, puedes hacer una pausa a media mañana para tomar un café en una terraza, puedes prepararte un baño relajante al llegar a casa, dedicarte un rato a realizar una actividad que te guste… ¡Cuídate y deja a un lado el “no tengo tiempo para mi”!

7- Acude a terapia: Si en este proceso de mirar hacia dentro estás acompañada por un profesional que te transmita confianza y seguridad, probablemente sea más fácil. Recuerda: No tienes que poder tu solo/a con todo.

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