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POSITIVIDAD TÓXICA

Artículo escrito por Matxalen Abasolo

Martín Seligman popularizó el término «psicología positiva» ✍🏼 y argumentó en una de sus conferencias que la psicología necesitaba dar un nuevo paso para estudiar científicamente todo lo que hace feliz al ser humano. En su libro El niño optimista, explica que los pesimistas no nacen, se hacen, por las circunstancias de la vida “aprendemos a ser pesimistas”. Sin embargo, también comentó que podemos cambiar este pesimismo y cambiar nuestros pensamientos negativos por otros más positivos.

La psicología positiva ha sido malinterpretada y convertida en positividad tóxica, puede entenderse como el estado de vivir en la fantasía de un mundo perfecto donde nada está mal, nada está mal y todo es perfecto. Esto conduce a un estado de negación de la adversidad, lo que crea un sentimiento de incomodidad al contrastar las cosas deseadas con la vida real.

Un ejemplo de esto puede evidenciarse en las redes sociales, donde se presentan perfiles de vidas aparentemente perfectas, con rostros y cuerpos perfectos, ropa a la moda, productos de moda, las mejores vistas y las vacaciones que todos quieren. Soñar con tener una muestra como esta puede considerarse un caldo de cultivo para esta “tendencia”

Esto es exactamente lo que implica el positivismo tóxico o hiperactivismo: imponernos una actitud falsamente positiva, sobregeneralizar estados de felicidad y optimismo sin importar la situación, suprimir nuestras emociones “negativas”.

Riesgos de la psicología positiva 

💥 Deterioro de la salud física y mental: La evidencia científica muestra que las emociones reprimidas estresan el cuerpo y el cerebro.

💥Aislamiento y vergüenza: Las personas que exhiben este tipo de comportamientos «positivos y felices» en tiempos de adversidad son menos propensas a buscar apoyo porque pueden sentirse aisladas o avergonzadas de cómo se sienten.

💥 Problemas de comunicación: Cualquier tipo de relación tendrá algunos desafíos.

💥 Evitar la asociación con el dolor

¿Cómo prevenirla?

🌱Incentivar las ideas híbridas, tanto positivas, realistas como negativas

🌱Tratar de identificar, gestionar y aceptar nuestras emociones, sean las que sean

🌱 Mantener nuestro pensamiento crítico

🌱 Tratar de afrontar las emociones, sin huir de ellas porque sean «desagradables».

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SÍNDROME DEL IMPOSTOR – ¡CONOCE SI LO PADECES!

Artículo escrito por Nerea Jiménez

¿Alguna vez has conseguido lograr un objetivo y has sentido que no te lo merecías?¿Crees que tus logros se deben a la suerte o a coincidencias?

Hay ocasiones en las que, a pesar de habernos esforzado para conseguir una meta, nosotros mismos no reconocemos nuestro éxito ni nos sentimos satisfechos por haberlo logrado. Este fenómeno se conoce como síndrome del impostor y se puede aplicar a todos los ámbitos de nuestra vida: laboral, académico, social y personal.

Seguramente en algún momento te has podido sentir así, y es que, parece que reconocemos más fácilmente lo negativo y no lo positivo que hacemos.

Causas:

📌Baja autoestima

📌Falta de seguridad

📌Críticas o comparaciones de los demás durante la infancia y adolescencia en las que parece que nada es suficiente.

📌Inseguridades por experiencias pasadas

📌Autoexigencia

Cómo se manifiesta:

➡️Creencias sobre no merecer los logros, asociarlos a una coincidencia o a la suerte

➡️Temor a ser descubierto como impostor o a decepcionar a los demás

➡️Insatisfacción y desmotivación

➡️Culpa por “engañar” a los demás

➡️Sufrimiento por no esforzarse lo “suficiente”

➡️Incredulidad ante los cumplidos de los demás

Los pensamientos y creencias sobre nosotros mismos son muy poderosos y pueden generar un gran impacto en nuestra autoestima. Por eso:

🌸Da valor a tus éxitos y al esfuerzo que pones en ellos

🌸Acepta los elogios y el reconocimiento de los demás

🌸No te compares con otras personas

🌸Trabaja la autoestima y la autocrítica

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PÉRDIDAS AFECTIVAS

Artículos Leyre Curto

El duelo es un proceso dinámico y de duración indeterminada con el que el ser humano ha convivido desde el principio de los tiempos. Una de nuestras características es la capacidad de mantener un vínculo afectivo con las personas que fallecen; es posible que, por este motivo, a lo lago de la historia nos hemos hecho muchas preguntas relacionadas con la muerte.

No obstante, el duelo puede aparecer por otros muchos acontecimientos vitales; por ejemplo, por problemas de salud o pérdidas de autonomía personal, por una separación o divorcio, pérdidas asociadas a un proyecto personal, pérdidas asociadas a los procesos migratorios, etc. En consecuencia, se podría englobar el duelo en todo aquello que suponga una pérdida afectiva significativa.

Muchas personas acuden a terapia por estar viviendo algún tipo de duelo y otras en cambio, aunque no sea el motivo de consulta principal, este tema aparece a lo largo del proceso terapéutico; ya que independientemente de las experiencias vividas, todos tenemos nuestros propios duelos.

Frecuentemente, se relaciona el duelo con la adaptación emocional que sigue a la pérdida, pero abarca otras dimensiones, como lo son, la afectación a nivel física, cognitiva, relacional, conductual, e incluso espiritual. Este proceso nos ayuda a elaborar y transitar por la pérdida, a reconstruirnos a nosotros mismos; para ello, no hay una única forma; todas las emociones que se sienten son totalmente válidas y no hay una forma “correcta” de poder elaborarlo.

El duelo, en la mayoría de los casos, no es un proceso individual e implica a un grupo de personas. Cada cultura, concibe el duelo y la muerte de forma diferente y existen diferentes rituales o hábitos para afrontar este suceso. Este fenómeno, a veces, llega a crear sufrimiento en aquellas personas que no están viviendo el duelo como el resto del grupo y una pérdida que de por sí, causa mucho dolor, se puede vivir con más sufrimiento.

Si te encuentras en un proceso de duelo y necesitas ayuda, te acompañaremos de la forma más empática a atravesar, elaborar, identificar y validar tu pérdida. Especialmente, a volver a la vida con la parte que falta, no sin ella.

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DEPRESIÓN SONRIENTE

Artículo escrito por Matxalen Abasolo

Se define la «depresión sonriente» como un término para designar a una persona que vive con depresión en su fuero interno y se muestra perfectamente feliz o contenta hacia el exterior. Por lo general, su vida pública es normal o incluso algunos la calificarían de idílica.

La depresión sonriente no se reconoce como una condición en el Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales (DSM-5), pero probablemente se diagnosticará como un trastorno depresivo mayor con características atípicas.

El síntoma más distinguido es la tristeza profunda y prolongada. Otros síntomas clásicos incluyen:

📌 Cambios en el apetito y peso
📌 Sueño y fatiga
📌 Sentimientos de desesperanza
📌 Falta de autoestima y baja autoestima
📌 Pérdida de interés o placer en hacer cosas que antes sí aportaban felicidad
📌 Sensación de pesadez y cansancio en brazos y piernas,
📌 Episodios de irritabilidad o ira
📌 Susceptibilidad a la crítica y el rechazo…

Alguien con depresión sonriente puede experimentar algunos o todos los aspectos anteriores, pero en público, estos síntomas estarían todos, casi o completamente ausentes.

Para alguien que lo ve desde fuera, una persona con depresión sonriente le podría parecer: una persona activa, alguien que mantiene un trabajo estable, con una vida familiar y social saludable o una persona que parece ser alegre, optimista y generalmente feliz.

📌 Siente que mostrar signos de depresión sería un signo de debilidad.
📌 Siente que no tiene depresión en absoluto, porque está «bien»
📌 Siente que es posible que otros estén peor, así que por qué quejarse.
📌 Siente que el mundo estaría mejor sin ella o él.

¿Qué puede llevar a esta depresión atípica?

📌 Estigmas sociales y personales
📌 Una gran responsabilidad
📌 Un alto grado de autoexigencia

¿Qué hacer si yo o alguien de mi entorno puede padecer depresión sonriente?

🌱 Reconócelo, valídate
🌱 Habla con alguien de confianza
🌱 Pide ayuda psicológica

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Responsabilidad personal: adueñarnos con amor

Artículo escrito por Einer Larrabeiti

Hacerme cargo de mis dolores y mis retos es un acto de madurez emocional. Pero lejos de creer que la madurez consiste en saberlo todo y hacerlo bien siempre, la realidad nos demuestra que este término es más bien un actuar con iniciativa sobre nuestra propia vida. En otras palabras, encargarme hasta donde algo sí es mi asunto.


Sin embargo, a veces hay algunas “trampitas” que podemos hacer en nombre de la responsabilidad, y reconocerlos y admitírmelos es signo de salud.


Por una parte tenemos la trampita de la victimización, la que me estanca. Esta se refiere a que cuando damos el primer paso hacia la responsabilidad, es decir, identificamos qué asuntos son míos y me toca gestionar a mi, nos quedamos ahí, en la identificación. Para explicarlo más claramente, un ejemplo sería, detecto que actúo con egocentrismo y ansiedad en algunas situaciones, y utilizo esa información que ahora al menos sí identifico, para excusarme. Incluso para culpar a quien considero que genera esto en mi. No obstante, la parte tranquilizadora de esto, es que no actuamos así ni porque ese sea nuestro tope evolutivo ni por vagancia. La verdad es, que desconocemos todo nuestro potencial y capacidad, y culturalmente no nos han educado para aprender y expandirnos personalmente, sino para corregirnos, quejarnos y encajar. 


En la otra cara de la moneda, encontramos otra trampita: la indiferencia hacia los demás, la que me hace huir.Eso es básicamente, encargarme de lo mío y volverme individual (algo necesario y, a menudo, mal visto) pero llegando a un extremo en el que no cuido al otro. Así es como acabo excusándome también, aunque esta vez bajo “yo lo mío, tú lo tuyo, y no me rectifico ni tengo actos amorosos contigo porque ya me he gestionado y a mi me tiene que importar solo lo mío”. Detrás de este comportamiento se esconde mucho miedo a la intimidad y a relacionarse. Fruto también de una sociedad que históricamente ha retroalimentado mucho la culpa, el juicio y la rivalidad.


Así es que, si damos un paso adelante (en caso de estancarme) y un paso atrás (en caso de huir), podemos encontrarnos en un punto medio. En uno en el que cada unx se encarga de lo suyo, pero sin pasar del otrx y sin hacer seguimiento del proceso del otrx. 


Por último, es importante para mi recordar una última cosa: estamos adueñándonos de nuestras vidas sí, pero no por arreglarnos. Sino por amor a nuestro poder, independencia y relaciones sanas. Volemos.

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¿SABES LO QUE ES «GASHLIGTING»?

Artículo escrito por Matxalen Abasolo

El gashligting (luz de gas) es una forma de manipulación psicológica que consiste en hacer que la persona abusada llegue a dudar sobre su propia capacidad para percibir la realidad, anulando su criterio e incentivando la importancia del punto de vista de la persona manipuladora. La persona abusada comienza a pensar que lo que percibe y recuerda es producto de su imaginación, pese a que haya ocurrido realmente.

Se remonta a 1938, cuando se representó la obra Gaslight de Patrick Hamilton. Se trata de un hombre que intenta convencer a su esposa de que está loca. La estrategia para lograr su objetivo fue hacer desaparecer algunos elementos y luego atenuarlos con luces de gas para que la esposa pensara que brillaban como antes. La conciencia recurrente de esto hizo que la esposa dudara seriamente de su propia memoria y cordura. La obra tuvo tanto éxito que se llevó al cine en el Reino Unido en 1940 y en los Estados Unidos en 1944 con el título «Angel Street».

El «bombardeo amoroso» (práctica y característica principal en la personalidad de cualquier psicópata narcisista) comienza a entusiasmarla, a excitarla, a confundirla. Ella (como casi todas las mujeres que han pasado por estas situaciones) siente que jamás en su vida conoció ni volverá a conocer a un hombre «así». Porque de eso viven; de eso se alimentan. De los demás. Siempre de los demás. De la energía y de la luz que los otros proyectan y que ellos utilizan como faro para sobrevivir a su propia oscuridad. A su propio vacío (Gaslight, el juego macabro de la seducción)

Puede ser tan sutil que es posible que ni siquiera nos demos cuenta de lo que está sucediendo. Parte del gaslighting es entrenar a la persona abusada para que no lo cuestione. Depende de que crean que sus experiencias y sentimientos son incorrectos.

Las personas que se involucran en esta forma de abuso a menudo usan una variedad de frases, pero las siguientes son algunas de las más típicas:

  • Todo está en tu cabeza.
  • ¿Estás segura? Tú tienes mala memoria.
  • ¿Estás loco? Eso nunca ha pasado.
  • “Sé lo que estás pensando, se te ve en la cara”
  • Lo que te pasa es que eres demasiado sensible
  • Nadie más va a quererte como yo
  • Eres la única persona con la que tengo estos problemas
  • Ya hablamos de eso, ¿no te acuerdas?”
  • Todo lo que me pasa es culpa tuya
  • Estás estresado, no piensas con claridad
  • ¡Me estás agobiando con tus obsesiones!
  • ¿Es que no puedes tolerar una broma?
  • Necesitas aprender a comunicarte mejor

Fases para ir debilitando a la víctima

En la etapa de idealización, la víctima/superviviente pierde la cabeza por quien hace luz de gas pues proyecta una imagen de sí mismx como la persona perfecta.

La etapa de la devaluación golpea fuerte: la persona abusada pasa de ser adorada a ser incapaz de hacer algo bien, pero después de haber probado el ideal, está desesperadx por «arreglar» las cosas.

Luego viene la etapa de descarte en la que se deja caer a la persona abusada para pasar a la siguiente: esto sucede a menudo simultáneamente con la fase de idealización con la próxima víctima.

Consecuencias de gaslighting

A medio-largo plazo, estas son las principales consecuencias de esta forma de maltrato psicológico:

  • Necesidad de aprender a comunicarse mejor
  • Capacidad de memoria cuestionable.
  • Falta de confianza en el propio razonamiento
  • Pérdida del nivel de autoestima.
  • Cuestionamiento de la propia salud mental

Recomendaciones para enfrentar el gaslighting

Confiar en la intuición

Cuando tu intuición te dice que algo anda mal, debes prestarle atención y analizar lo que parece fuera de lugar.
Evita buscar su aprobación

Reconoce que solo tú puedes controlar tus emociones

No hay emociones buenas o malas, y nadie puede juzgar cómo te sientes mejor que tú mismx.

Comprende tus valores personales

Es bueno saber cuáles de tus propios valores aprecias más.

Establecer límites personales

Es recomendable que establezcas unos límites personales que debes comunicar y actuar en consecuencia cuando alguien intente traspasarlos.

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¿CUÁL ES LA RELACIÓN ENTRE LAS REDES SOCIALES Y LOS PROBLEMAS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA?

Artículo escrito por Matxalen Abasolo

En consulta solemos encontrarnos con frases como: odio mi cuerpo, no dejo de compararme con otras personas por redes sociales, como con culpa, me siento mal cuando gestiono mis emociones a través de la comida, no puedo parar de comer…es algo que contemplamos mayoritariamente en mujeres.

Las redes sociales (RRSS) 📲pueden convertirse fácilmente en espacios donde se ejerzan agresiones contra la figura corporal, teniendo en cuenta la influencia de una sociedad occidental hegemónica en la que rige la idealización de la delgadez y el cuerpo perfecto

Además, caben destacar la predominancia de comentarios gordófobos y machistas en RRSS, centrados, en su mayoría, en el cuerpo de la mujer y en sus defectos. Así como el impacto emocional y biopsicosocial que sufren muchas personas a través de las redes. ❌

Socioculturalmente, la idealización de la delgadez lleva a una gran mayoría de adolescentes (mayoritariamente) a adoptar patrones estéticos distorsionados y exagerados, afectando tanto en esferas biológicas, psicológicas como sociales.

Consideramos indispensable el aceptar, valorar y amar nuestro cuerpo, a través de un adecuado abordaje psicoterapéutico. A veces parece utópico “amar” un cuerpo que nos han hecho, incluso, odiar. Sin embargo, es el hogar que habitamos, y consideramos necesario cuidarlo. Somos las únicas personas que estaremos con nosotras siempre 💜

Caben destacar, además, el significativo aumento de casos de TCA entre adolescentes durante la pandemia. Para ser concretos, y de acuerdo con
los datos emitidos por la Associació Contra l’A l’Anorèxia i la Bulímia (ACAB), los
casos se han triplicado📈

Esto ha generado en nosotras una alta responsabilidad tanto personal como profesional.

Es por ello por lo que ofrecemos las siguientes recomendaciones, por si pudieran ayudarte:

  • Trata de no comer con dispositivos electrónicos, comiendo de forma consciente
  • Haz ejercicio físico, siempre y cuando te siente bien
  • Evita hacer dietas restrictivas, especialmente si no están supervisadas por un especialista.
  • Come lo suficiente, basándote en tus requerimientos (preferentemente con la supervisión de un/a especialista)
  • Come de todo, sin «saltarte» comidas
  • Trabaja tu autoestima y sus esferas, más allá del autoconcepto físico
  • Evita comentarios relacionados con el aspecto físico de otras personas.
  • Rechaza y cuestiona ideales estéticos no realistas.
  • Si un perfil en RRSS te hace daño, no continúes exponiéndote a sus publicaciones.
  • Cuídate más y exígete menos
  • Pide ayuda si lo consideras necesario 🌸
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¿CÓMO SÉ SI MI PROCESO TERAPÉUTICO HA TERMINADO?

Puede que alguna vez te hayas hecho esta pregunta dentro de tu propio proceso terapéutico o hayas tenido curiosidad por algún motivo.

Lo cierto es que no siempre es fácil responder a esta pregunta.

Voy a intentar responderte explicándote de forma breve cuáles son las fases del tratamiento de terapia en psicología que yo planteo:

1) Evaluación: en las primeras sesiones se escucha la demanda y el motivo de consulta del paciente y se realiza una evaluación psicológica de sus posibles problemas. Generalmente, esto se suele hacer en las 2-3 primeras sesiones.

2) Explicación de hipótesis:  se hace una sesión de devolución en la que se identifican las conductas problema y el contexto en que se producen, los factores de riesgo y mantenedores. Así, se puede establecer un tratamiento más individualizado y personalizado.

3) Terapia: está es la parte más importante del proceso. Su la objetivo principal es que el paciente aprenda estrategias, habilidades y técnicas necesarias para afrontar el motivo por el que decidió acudir a terapia. En este caso, la duración puede variar dependiendo de la persona, del problema a tratar y de muchos otros factores.

4) Seguimiento: una vez hemos trabajado los pensamientos, emociones y situaciones que estaban causando malestar y observo que el paciente tiene más recursos de gestión emocional, le planteo espaciar el tiempo entre sesiones. También trabajamos la prevención de recaídas para que contemos con recursos y herramientas por si alguna de las situaciones trabajadas vuelve a aparecer poder gestionarlas de la mejor manera posible.

5) Final o cierre: nos lo planteamos cuando a disminuido la frecuencia, la duración y la intensidad del problema que hizo que la persona acudiera a consulta. En mi caso, siempre lo hablo con el paciente con bastante tiempo de antelación para que me diga si está preparado para el alta, que miedos tiene…

La idea será siempre que la terapia tenga un final, no queremos generar dependencia en el paciente.

Yo siempre me despido dejando las puertas abiertas, es decir, diciéndole a la persona que siempre que lo necesite puede volver, ya sea para una consulta puntual o para comenzar un nuevo proceso.

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TODOS QUEREMOS SER BUENAS PERSONA, ¿O NO?

¿Recuerdas cuántas veces te han dicho «pórtate bien», «se bueno», «ayuda siempre a los demás», «no seas egoísta», «no seas malo»…?

Probablemente desde que eres pequeño has recibido mensajes de este tipo, ¿a qué si?

De pequeños solemos aprender que si nos portamos bien y somos buenos (esto, entre otras cosas, pasa por obedecer y no llevar la contraria ni protestar) los demás nos querrán y nos valoraran más.


Y este aprendizaje lo vamos interiorizando y reafirmando con el paso de los años. Cada día que pasa, crecemos con esta idea de que tenemos que pensar siempre en los demás (antes que en nosotros mismos), en ser buenos y en complacer a todas las personas de nuestro entorno.

Si te sientes o te has sentido identificado con esto en algún momento de tu vida, ¿te has parado a pensar cómo te hace sentir esto?

El dejarte siempre para último lugar, no expresar las cosas que te molestan de la otra persona por miedo a cómo se lo pueda tomar, hacer esfuerzos constantes por complacer y agradar… ¡tiene un coste emocional y psicológico muy alto!

Y todo esto, hará que probablemente en algún momento explotes porque no se puede sostener todo esto durante toda la vida.

¿Y qué crees que pasará cuando explotes?

Probablemente te sentirás tremendamente culpable porque se confirmara el mayor de tus temores ➡️»eres malo». ¡Todos los esfuerzos que has hecho por “ser bueno” se desvanecerán y te sentirás fatal!

Y desde ahí puedes intentar hacer esfuerzos sobrehumanos para compensarlo y demostrar que no eres así y que eres una «buena persona». Pero, piénsalo, ¿crees que esto te hará sentirte bien?

¿Cómo trabajar el miedo a “no ser buena persona”?

1- Lo primero de todo, te diría que te pares a pensar detenidamente qué es realmente ser una “mala persona”, ¿qué significa para ti?

Te ánimo a que le dediques un rato a responder a esta pregunta (lo más detalladamente posible).

2- Cuando tengas esta definición clara, analízate y trata de describirte como persona. ¿Crees que tu definición de “mala persona” se ajusta a cómo eres tu realmente?

¡Probablemente no! Sin embargo, muchas veces nos ponemos “etiquetas” que no nos corresponden y nos condicionan a la hora de vivir nuestra vida.

3- Revisa las creencias que tienes respecto a que es ser «buena» y «mala persona» y permítete ser más libre y vivir en coherencia a tus necesidades (y no tanto a las de los demás). Para esto, sería importante también qué pienses en la vida que te gustaría vivir (de forma realista).

¿Qué tendrías que soltar para vivir esa vida?

¿Qué cambios tendrías que introducir en tu vida actual?

4- Establece un plan concreto y relista, con objetivos a corto, medio y largo plazo que te permitan acercarte a esa vida que te gustaría vivir, en coherencia a tus valores y a tus necesidades personales.



Y recuerda, si lo intentas y no puedes hacerlo solo, puedes pedir ayuda.

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Quiero dejar de ser la salvadora de todo el mundo

¿Sientes que siempre antepones a las personas de tu entorno (a tus amig@s, pareja, hij@s, padres…) y tú te acabas dejando para último lugar? 🤔

¿Realmente sueles encontrar tiempo para atenderte o con el tiempo que inviertes cuidando de los demás no te queda espacio ni tiempo para ti?

💥 Si te sientes identificada con esto, ¡probablemente estés actuando desde el rol de salvadora! 💥

¡Que responsabilidad tan grande tener que salvar a todas las personas de tu entorno!, ¿no?

Estoy convencida de que si actúas desde este rol es porque algún día aprendiste que esto era «lo correcto» o lo que «debías» hacer.

➡️¿En qué momento lo aprendiste?

➡️¿Quién te dijo o te hizo sentir que te correspondía a ti salvar a los demás?

Piénsalo 🗯️ porque probablemente hubo un momento en tu historia de vida donde sentiste que alguien lo estaba pasando mal y asumiste la responsabilidad de salvarle.

➡️¿Qué beneficios te ha aportado (o te aporta actualmente) salvar?

Aunque pueda parecer una pregunta un tanto extraña, hay personas que actúan desde el rol de salvadoras porque eso les hace sentirse imprescindibles para los demás, buenas personas,…

¡Y el sentirte así a veces es tan potente y agradable que no queremos soltarlo!

➡️Peroooo, al mismo tiempo, ¿qué consecuencias negativas está teniendo para ti asumir este rol de salvadora?

🍃 Esto es simplemente una invitación para que reflexiones acerca de cómo te estás sintiendo pero no es fácil dejar de actuar desde un rol desde el que probablemente llevas mucho tiempo actuando.

Por eso te animo a que pidas ayuda si lo necesitas 🌸