Hoy me gustaría plantearte las siguientes reflexiones ?
➡️¿Le hablarías a la niña que fuiste de la misma forma en la que te hablas a ti como adulta?
➡️¿Le tratarías a esa niña de la misma forma en la que te tratas a ti?
➡️Si pudieras elegir las compañías para esa niña, ¿serían las mismas que eliges para ti?
✔️ Si la respuesta a estas preguntas es SI, déjame darte mi más sincera enhorabuena.
❎ Si por el contrario, sientes que hablarías y tratarías a esa niña diferente a como lo haces contigo misma, te recomiendo revisar por qué motivo te dices ciertas cosas y te tratas como lo haces.
?Y lo mismo respecto a las personas con las que te relacionas. Si no quisieras ciertas compañías que tú ahora tienes para esa niña, ¿qué te dice esto?
Quizá de pequeña hubo personas que no te trataron bien, personas que no atendían tus necesidades como tú hubieses necesitado, personas que te inculcaron ciertas creencias limitantes o que te llevaron a ir interiorizando una imagen sesgada y negativa de quien eres tú realmente…
➡️¿Lo puedes identificar? ¿Eres consciente donde aprendiste esta forma de tratarte y de relacionarte contigo misma?
Piénsalo…?
➡️Y, recuerda estas dos cosas:
✨✨Tu biografía no es tu destino.
✨✨Ahora, eres una persona adulta que puedes trabajar en tus heridas emocionales y responsabilizarte de como te quieres tratar a partir de este momento.
Una persona asertiva es aquella que al mismo tiempo que es capaz de defender sus propios intereses y de expresar sus sentimientos y pensamientos, es consciente de los derechos y sentimientos de la persona que tiene enfrente.
Hay que tener en cuenta que lo importante no es lo que se dice sino el cómo se dice. Mediante la comunicación asertiva tienes la oportunidad de enviar un mensaje claro y de forma respetuosa. Aprender técnicas de comunicación que te permitan respetarte a ti mismo es fundamental para conseguir tus metas y sentirte bien contigo mismo.
5 características de las personas asertivas
1. Las personas asertivas tienen la capacidad de autoafirmar los propios derechos e intereses sin dejarse manipular y sin manipular a los demás.
2. Se sienten seguras de sí mismas porque tienen claro lo que quieren.
3. Son capaces de pedir ayuda cuando la necesitan.
4. Son capaces de decir «no» en situaciones que consideran que no es apropiado, que no pueden, que no quieren y no tienen problemas para transmitirlo.
5. No se sienten culpables por decir que no. Al fin y al cabo, ¿quién quieres que controle tu vida?, ¿la quieres controlar tú o quieres que la controlen los demás?
Veamos cómo podemos trasladar esto a una situación concreta que se puede dar en el día a día. Pongamos como ejemplo que hemos quedado con un amigo que llega una hora tarde y no nos ha avisado de su demora. Una persona asertiva reaccionaría de la siguiente manera:
1. Haría una afirmación real y objetiva de lo que ha sucedido (los hechos): «Hemos quedado a las 9 y son las 10».
2. Empatizaría con la otra persona: «Entiendo que te haya podido surgir algo y te hayas retrasado».
3. Explicaría cómo le hace sentir esa conducta: «He estado esperando una hora sin saber qué pasaba, estoy bastante enfadada y preocupada».
4. Concretaría y definiría de una forma específica qué es lo que quiere: «De cara a la próxima vez, me gustaría que fueras más cuidadoso y que me avisaras si te vas a retrasar».
5. Explicaría las consecuencias que puede tener para los dos hacer lo que está proponiendo: «Si vienes a la hora que hemos quedado, yo me voy a sentir mucho más cómodo contigo y va a ser reciproco si tú sabes que yo estoy a gusto y tranquilo contigo».
Relación entre la asertividad y la falta de autoestima
La asertividad trae consigo la honestidad en dos sentidos: primero conmigo mismo y segundo, con la persona que tengo delante.
Conmigo mismo: si no digo lo que siento, si no soy honesto y coherente conmigo mismo y comunicando mis deseos, estoy transmitiéndome a mí mismo que mis deseos son menos importantes que los de la otra persona. Por lo tanto, voy a construir una imagen de mí mismo muy poco atractiva. Con lo cual, va a bajar mi confianza, mi autoestima y entraré en un círculo vicioso que no me conviene.
Además, no siendo honestos con la persona que tenemos delante, lo único que conseguimos es frustrarnos, porque la otra persona se sale con la suya. No tiene por qué haber una mala intención, pero si no comunico lo que quiero la otra persona puede actuar en contra de mis intereses.
Por otra parte, a nivel social, si yo no tengo el hábito de comunicar lo que pienso también estoy acostumbrando a la gente de mi entorno a que mi opinión no tiene que ser preguntada o respetada y les estoy dando el poder de que decidan u opinen por mí.
¿Cómo podemos ser más asertivos?
La asertividad es una habilidad que requiere de práctica, entrenamiento y, sobre todo, que uno se dé la oportunidad y el permiso para decir que «no».
Cómo aprender a decir ‘no’
1. Identifica los valores y significados asociados al ‘no’: ¿Qué es para ti el ‘no’?
Hay mucha gente que tiene las siguientes creencias: «decir no me convierte en egoísta», «si digo que no a los demás se sentirán dolidos y rechazados», «decir no es ser rebelde, mala persona».
Si asociamos algo tan negativo al no’ cada vez que lo pronunciemos, creeremos que estamos generando al otro dolor, que le rechazamos o excluimos. Es importante que cambiemos nuestro significado del ‘no’ y veamos que es simplemente una forma de expresar nuestras necesidades. El ‘no’ significa respetarte, valorar tu tiempo y tus prioridades. Entonces, el primer paso es identificar: «¿Qué significa para mi el ‘no’?». Cuando lo tenga identificado, debo hacer dos cosas:
1. Anotar los beneficios de esta creencia: decir ‘no’ a los demás significa ser una persona irresponsable, desleal y mala persona. Además, diciendo ‘no’, no caeré bien a la gente.
2. Anotar cómo ha afectado en mi vida esta creencia: no pensar en mí, ponerme en último lugar, baja autoestima…
2. Cambia tus creencias sobre el ‘no’:
Debemos crear una nueva creencia que sea más objetiva y que nos haga menos daño que la anterior. Debemos pensar que decir ‘no’ es sano, es ejercer mis derechos de asertividad. No hay que jusstificarse ante nadie ni nada cuando digo ‘no’. Decir ‘no’ a los demás cuando mi cuerpo me lo pide es ser coherente conmigo misma. Decir ‘no’ es decirme ‘sí’ a mí misma.
3. Practicar e integrar esta nueva creencia:
La práctica es la clave para cualquier cambio en nuestra vida. Algunos hábitos que nos pueden ayudar a integrar las nuevas creencias acerca del ‘no’ son:
Tomarnos nuestro tiempo antes de responder: En vez de dar una respuesta en ese momento, podemos decir algo como «déjame pensarlo y te digo en un rato». Esto nos va a ayudar a observar con calma si lo que nos están pidiendo es algo que queremos hacer o no.
Repetirnos las nuevas creencias hasta incorporarlas en nuestra vida.
Preguntarnos si lo que nos están pidiendo es algo que nosotras realmente queremos hacer. Pensarlo detenidamente, sin dejarnos llevar por el impulso de decir «sí». Observar si realmente deseamos hacerlo o no, independientemente de los deseos o las expectativas del otro.
Tener presente que es imposible agradar y gustar a todo el mundo: Por mucho que nos esforcemos por hacer todo perfecto, siempre habrá alguien a quien no le gustaremos. Pero no pasa nada, es natural, a ti tampoco te caen bien todas las personas que conoces. En este sentido, deberíamos interiorizar que no necesitamos gustarle a todos, solamente necesitamos gustarnos a nosotros mismos. También podemos preguntarnos: ¿qué es lo peor que puede pasarte?, ¿qué pasa si no te aceptan o te rechazan cuando has dicho que ‘no’? Si te quieren de verdad, no pasa nada, no te van a rechazar por ello. Si te quieren solo porque les haces cosas, no es amor ni amistad verdadera.
Escucha a tu cuerpo: Tomamos las decisiones desde el miedo o el amor. Cuando dices ‘sí’ al otro desde el miedo, estás yendo en contra de ti mismo. Cuando dices ‘no’ desde el amor a ti mismo, estas siendo coherente contigo.
Hay épocas en la que el cansancio, la falta de horas para ocuparse de uno mismo, la crianza de los hijos u otras preocupaciones hacen que se genere un ambiente malhumorado en la pareja, entrando en un bucle del que resulta difícil salir.
Para romper esta tendencia os propongo una actividad muy sencilla, para hacer en pareja, que seguro que puede ayudar a fortalecer la pareja y a que afloren los sentimientos positivos.
Se trata de la caja de los elogios, una idea original del terapeuta familiar estadounidense Selekman.
La caja de los elogios
Coger una caja (puede ser una caja de cartón que decoréis vosotros mismos, una caja envuelta en papel de regalo, o una que compréis especialmente para este juego), lo importante es que sea bonita y que tenga una ranura en la parte de arriba, simulando que es una hucha.
Una vez elegida la caja, debemos de elegir el lugar dónde la vamos a situar. Junto a la caja hay que poner varios tacos de papelitos.
El ejercicio consiste en que cada día, al final del día, hay que escribir en un papel algo concreto, positivo y sincero que te haya gustado en el día de hoy de tu pareja. Cada miembro de la pareja debe de pensar algo concreto que ese día le haya gustado de su pareja.
Por ejemplo, “me ha gustado mucho que mi pareja me haya dado un beso cuando he llegado a casa”. La idea es que pensemos en cosas cotidianas que nos han gustado al uno del otro, no tienen que ser grandes cosas, sino cosas que están presentes en el día a día pero que son agradables y a veces no valoramos como deberíamos.
Después, una vez tengamos apuntado en un papel lo que nos ha gustado de nuestra pareja en el día de hoy, metemos el papelito, doblado, en la caja de los elogios.
Deberéis establecer un día a la semana para juntaros en torno a la caja de los elogios y abrirla, de esta manera cada miembro de la pareja irá leyendo sus papelitos en voz alta.
Reglas de la caja
– Solo se pueden introducir comentarios positivos dentro de la caja.
– Está prohibido mirar o abrir la caja si no estáis ambos miembros de la pareja.
– El plazo para abrir la caja (diariamente, semanalmente, cada tres días…) depende de cada pareja. Debe ser un momento para concentrarse en la actividad, sin prisas y sin estar pendientes de otros asuntos.
¿Para qué sirve la caja de los elogios?
Cuando estamos enfadados tendemos a fijarnos en aquello que nos molesta y obviamos las cosas buenas o, simplemente, las damos por hecho, en lugar de valorarlas.
Con la caja de los elogios trabajamos para darle la vuelta a esta tendencia. Es una actividad que nos obliga a poner la atención en lo bueno y a quitarle protagonismo a lo que nos molesta, rebajando la tensión.
Por otro lado, cada elogio permite conocer qué cosas son las que más le agradan a tu pareja de ti, dándote la oportunidad de potenciarlas a partir de ese momento.
Gracias a este ejercicio la pareja trabaja en equipo y se refuerzan los lazos positivos entre ellos.
¡Te invito a probar este ejercicio y a que me cuentes que tal os ha ido!
Yo puedo ser perfeccionista (es decir, que me guste hacer bien lo que hago) pero asumiendo que también puedo cometer errores, puedo fallar… y cuando esto ocurre, en vez de macharme y darme sin parar con el látigo, examinar en que me he equivocado y volver a intentarlo.
Es importante ser tolerante, asumir que todos nos equivocamos en algún momento y que no pasa nada.
Pensamientos intrusivos VS Pensamientos racionales
Los pensamientos intrusivos son los pensamientos negativos, “los pepitos grillo” de nuestro cerebro que nos dan la lata de manera constante y negativa.
Son pensamientos que empiezan poco a poco, sin enteraros a veces y que nos van minando la moral. El problema es que estos pensamientos, poquito a poco, van cogiendo fuerza, y van creciendo y creciendo. Y te das cuenta de que los tienes cuando se han hecho contigo.
Esto es la clave de los problemas de autoestima: “yo no valgo para esto”, “soy tonto”, “soy un inútil”, “no encajo”, “todo el mundo me toma el pelo”, “soy fea”, “no me merezco que me pase nada bueno”, “no valgo nada” …
¿Te identificas con esto?, ¿Qué tipo de pensamientos intrusivos suelen aparecer con más frecuencia en tu día a día?
Cuando el pensamiento intrusivo coge poder, el pensamiento racional “se coge vacaciones”, deja de estar presente.
Pero cuando yo le digo a mi pensamiento racional “vamos a trabajar contra este porque este nos está hundiendo y nos está llevando a una depresión o a unas crisis de ansiedad brutales”, nuestro pensamiento racional empieza a tomar poder también. Cuanto más lo trabajemos, más fuerte estará y más fácil será que le acabe ganando la batalla a nuestro pensamiento intrusivo.
A continuación, te propongo, un ejercicio concreto para trabajar esto:
Situación concreta
Emociones que he sentido en esa situación
Pensamiento asociado
Cambio de puesto de trabajo, a uno que tiene más responsabilidades y que me gusta más
Ansiedad Nerviosismo Miedo
No valgo para este trabajo, no soy capaz de hacerlo bien
Es importante que te pares, lo pienses y lo anotes.
Cuando tengas esto hecho, el siguiente paso es: elaborar un pensamiento racional, objetivo, realista…que se adapte a la situación en concreto.
Generalmente, los pensamientos intrusivos no son reales. Se retroalimentan porque lo que quieren es tener protagonismo, pero no son reales.
Pensamiento intrusivo
Pensamiento objetivo
No valgo para este trabajo, no soy capaz de hacerlo bien
– Te está costando un poquito adaptarte, pero bueno si tú te centras, te pones a ello, te unes al compañero que te ha ofrecido ayuda, investigas un poco sobre el tema… tú vas a llegar a lo mismo que el resto de tus compañeros. – ¿Les has preguntado al resto de tus compañeros cuanto les ha costado adaptarse al trabajo? – Si me han contratado para este puesto, es porque tengo capacidades
Hoy vamos a hablar de uno de los miedos que cada vez está más presente en nuestra sociedad: el miedo a la soledad.
Hay personas que no son capaces de poner fin a una relación de pareja o de amistad por temor a quedarse solas.
En muchas ocasiones, lo que se esconde detrás del miedo a la soledad es el miedo a estar con uno mismo. Cuando estamos solos comienzan a invadirnos pensamientos incómodos sobre nuestra poca valía como personas. Estos pensamientos se posan sobre nosotros y comienzan a hundirnos cada vez más. Sin embargo, es importante saber que son sólo eso, pensamientos.
Por ello es importante reencontrarse con uno mismo y aprender a quererse, valorarse, mimarse. Saber que los pensamientos que nos inundan no son reales.
Todas las personas tenemos la capacidad para superar el temor a la soledad y lograr sentirnos tranquilos y en paz ante esos momentos en la vida en los que nos encontramos solos.
5 CLAVES PARA SUPERAR EL MIEDO A LA SOLEDAD
1.- Aprende a distinguir tu estado emocional. No es lo mismo estar solo que sentirse solo.
Un aspecto primordial que es necesario tomar en cuenta cuando se quiere superar el miedo a la soledad, es aprender a identificar si ese sentimiento proviene más bien de una soledad física o proviene de un estado mental.
Por ejemplo, en muchas ocasiones se puede estar rodeado de gente y sentirse sólo a pesar de eso y por el contrario se puede estar solo físicamente y sentirse en paz consigo mismo.
Estar sólo físicamente suele ser una situación temporal de la que puede derivar un sentimiento de soledad, sin embargo, la soledad que proviene de un estado mental que suele ser más profunda, es una sensación de vacío, de no tener nada, de frustración constante, la persona que la experimenta no confía en sus capacidades personales, emocionales y afectivas para salir adelante.
2.- Aprende a disfrutar de la soledad
Debemos dejar de ver la soledad como algo negativo.
Me gustaría que, antes de continuar leyendo, te detuvieras un momento y pudieras pensar lo siguiente: ¿Qué puede tener de positivo la soledad?
Cuando ya lo hayas pensado, puedes continuar leyendo…
Uno de los aspectos más positivos de la soledad es que cuando estamos a solas con nosotros mismos podemos cultivar aspectos tan interesantes como la introspección, lo cual nos permitirá conocernos mejor, redescubrirnos, innovar, desarrollar la creatividad, etc.
3.- Disfruta haciendo planes contigo mismo: Vete a tomar un café, al gimnasio, al cine… o prueba cualquier otra actividad que tengas ganas de hacer desde hace tiempo.
Las personas tienen miedo a hacer planes solas porque piensa que los demás van a pensar que es el “raro”.
Es cierto que no es fácil irse solo de viaje, a tomar un café, al cine… ¡es duro!
Porque vivimos en una sociedad en la que se dice que, si haces este tipo de cosas solo/a, eres un “rarito/a”.
Pero hay deberíamos pensar “pobrecito/a tu que si no tuvieras tu compañero/a no irías al cine”, “pobrecito tu que, si no tienes plan un sábado, te quedas en casa arrancándote el pelo en vez de irte a la playa o a dar un paseo”.
¡NO HAY NADA MEJOR QUE LA PROPIA COMPAÑÍA!
4.- Valora los momentos contigo mismo y cuídalos: Si cuando haces cosas solo, te quejas y piensas que es aburrido, que es triste, que que haces haciéndolo solo… y cuando estas en compañía lo valoras, es normal que se refuercen mucho tus momentos con otros. Trata de reforzar tus momentos contigo mismo (que a gusto estoy leyendo, como estoy disfrutando de la serie, me encanta salir a pasear e ir a mi ritmo). Cuando le das ese valor, al final terminas encontrando cosas bonitas en los momentos que pasas contigo.
5.- Dedica tiempo a estar en silencio: ¿Sabes que el silencio puede ser algo tan relajante como una técnica de meditación? ¿Y que durante el silencio encontramos pensamientos creativos que de otra manera no aparecen? No pienses que el silencio es aburrido, quita esa etiqueta, y descubre que hay detrás del silencio.
Además de estos 5 puntos, también es importante que mantengas el contacto con los demás.
En algunas ocasiones, puede darse el caso de que el propio miedo a la soledad provoque alejarse cada vez más de los demás debido a la sensación de falta de control emocional que se experimenta.
Por ejemplo, una persona que tiene temor a la soledad, podría tener pensamientos como: “no quiero empezar una relación porque seguramente al cabo de un tiempo me van a abandonar y me sentiré peor”, “no voy a llamar a mis amigos porque van a decir que dependo siempre de ellos” …
¡Enamórate de tu propia compañía al mismo tiempo que mantienes relaciones sanas y que te aportan bienestar!
A muchas personas las melodías navideñas les irritan, el muérdago les produce alergia, las celebraciones con los parientes les estresan y desearían que el calendario pasase, como por arte de magia, la página de diciembre. Y puestos a pedir, también la de noviembre, ya que las navidades cada año empiezan antes. En el fondo de todas estas razones se esconde el hecho, registrado ya por profesionales, de que estas fiestas consiguen todo lo contrario a lo que se proponen: deprimir y estresar al personal hasta límites insospechados.
En los cuentos infantiles una característica para reconocer al malvado era, y me temo que todavía es, al menos para la factoría Disney, que éste siempre odiaba la Navidad. La sociedad nos ha vendido que estas fechas son entrañables, una época mágica en la que todos tenemos que estar constantemente rodeados de familia y amigos, y consumiendo cuanto más mejor. Sin embargo, lo que le sucede a mucha gente es que sufre tristeza y melancolía.
Estas fiestas de final de año hacen que muchas personas añoren a familiares que ya no viven o épocas pasadas, más felices. Y están también los que se sienten muy estresados con las múltiples celebraciones –especialmente las mujeres, que son todavía las que, generalmente, se ocupan de cocinar y organizarlo todo–, o con el hecho de verse con parientes que no son de su agrado, o enfrentarse a los gastos extra de los regalos. ¡Hay una presión enorme en esta época del año! Además, los que están solos, sufren también porque se agudiza su sentimiento de soledad.
La Navidad que nos han vendido genera unas expectativas que no son reales y las decepciones son mucho más grandes de lo habitual. Aquí algunos consejos para manejar el estrés y la ansiedad durante las navidades:
1- Tener expectativas realistas
Es importante que tengamos unas expectativas realistas. ¡La Navidad no es Disneyland! En esta época, no se solucionan de repente todos los problemas o nos empezamos a llevar fenomenal con personas con las que no congeniamos el resto del año.
El dejarnos llevar por la presión social que nos vende que las Navidades son maravillosas, hace que creamos que cuando nos juntemos con la familia o con los amigos todo será diferente, que todos vamos a estar mucho más unidos y nos vamos a llevar mejor que nunca. ¡Esto no es así! Si adoptas un pensamiento realista y no dejándote llevar por lo que se supone que deberías de sentir en Navidad, el malestar no será tan intenso.
2- Evita los desencadenantes conocidos
Por ejemplo, si la política es un tema delicado en tu familia o el coronavirus genera una excesiva preocupación en alguna persona, no hables de ello. Si alguien saca estos temas, usa la distracción y pasa rápidamente a otra conversación. ¡Vamos a ponérnoslo fácil!
3- Reserva tiempo solo para ti y date espacios
En ocasiones, el exceso de actividades sociales puede provocar una gran presión sobre ciertas personas. Es recomendable tener momentos a solas para distanciarse de la multitud. Por ejemplo, podemos dar un paseo, escuchar música, practicar técnicas de relajación o leer un libro, es decir, realizar actividades que nos conecten con nosotros mismos.
No te fuerces si realmente no quieres estar constantemente rodeado de familiares en Navidad. Date permiso para estar contigo mismo. ¡No te sientas culpable! A lo mejor te alivia no estar todos los días reunido con la familia y no pasa nada.
No fuerces emociones que no cuadren contigo o que no sientes. Porque lo que sientes lo estás sintiendo por alguna razón (quizá echas de menos a algún familiar, hay conflictos internos que te impiden disfrutar de estos días…)
4- Las personas bajo estrés tienden a ‘automedicarse’ con alcohol, cigarrillos y otras drogas
Trata de recordar que el alcohol y otras drogas no pueden resolver problemas ni aliviar el estrés a largo plazo.
5- No te obligues a ser otra persona diferente
¡No por ser Navidad tenemos que estar súper felices! Permítete sentir lo que sientas en cada momento y no te dejes llevar por los villancincos o cancioncillas que nos venden, sino que escucha tu interior.
La continua fijación por los físicos perfectos solo produce insatisfacción. Son tiempos para la aceptación, el autocuidado y el respeto a nuestro propio cuerpo.
¿Qué entendemos por un cuerpo perfecto?
Si nos basamos en las fotografías que hablan de un cuerpo perfecto, observamos piernas musculadas y delgadas, cinturas estrechas, un abdomen tonificado… Imágenes utópicas para la mayoría de los mortales que tenemos el cuerpo diseñado por nuestros ancestros para sobrevivir en terrenos hostiles e inviernos crudos.
El negocio que se ha montado alrededor del culto al cuerpo (ropa, alimentación, suplementos…) con la promesa de la felicidad conseguida al tener el cuerpo perfecto, nos aleja de lo que verdaderamente nos va a dar el bienestar: una vida plena y en calma con nosotros mismos.
Muchas veces asociamos un cuerpo estético al éxito, el bienestar y la felicidad. Pero, ¿de verdad tu felicidad y tu éxito en la vida dependen de tu físico? ¿Dónde quedan los demás factores?
Muchas personas llegan a consulta con la creencia fuertemente arraigada de que si cambian su cuerpo, mejorará su autoestima. Habitualmente, pensamos que una cosa implica la otra. Un cambio en mi forma física, va a implicar un cambio en mi autoestima y me voy a sentir mejor. Es normal que esta creencia se construya, porque es verdad que cuando adelgazamos, se nos refuerza socialmente, ya que se considera que quien adelgaza ha conseguido algo positivo y se le felicita por ello.
Eso no es cierto; que una persona adelgace, no tiene por qué implicar algo positivo. A veces, puede significar que está emocionalmente inestable o se encuentra mal. Ese refuerzo, cada vez que una persona baja de peso, no tiene mucho sentido ni lógica cuando lo sensato sería preguntar cómo se encuentra o no hacer ningún tipo de comentario.
Mejorar la autoestima requiere de un gran trabajo a nivel interno y ese avance no va a suceder simplemente por un cambio a nivel físico. De las veces que has intentado cambiar tu cuerpo y lo conseguiste, ¿cuánto tiempo te duro esa sensación de plenitud y bienestar? Probablemente, la respuesta sea que poco tiempo y te lleve a cuestionarte que un cambio físico no implica un cambio a nivel interno y que hay muchos otros factores que influyen en nuestra autoestima.
La autoestima no se trabaja mejorando el cuerpo, sino la forma de verlo. De nada sirve empeñarnos en trabajar el cuerpo para cambiarlo si, al mismo tiempo, lo estamos odiando.
Por ejemplo, todos conocemos a alguien que tiene un cuerpo estupendo, pero no se quiere nada y siempre procura conseguir algo inalcanzable que le produce insatisfacción porque nunca es suficiente. Por otra parte, también conocemos a aquellas personas que supuestamente y normativamente no tienen lo que se considera por un cuerpo estético, pero se quieren y se ven maravillosamente bien.
Por tanto, la creencia de «si cambio mi cuerpo, mejorara mi autoestima» no es cierta. El objetivo tendría que ser cambiar y mejorar la relación con nosotros mismos, el buen trato… sin necesidad de que nuestro cuerpo cambie.
Factores presentes en la infelicidad con nuestro cuerpo:
– Las dietas: Sufrir ansiedad ante la comida, desgraciadamente, es algo muy común y si nos proponemos una dieta sumamente restrictiva este malestar se acentúa aún más.
Sobre todo cuando se acerca el verano queremos adelgazar rápidamente y nos sometemos a dietas con alimentos que no nos gustan y que nos aportan muchas menos calorías de las que estamos acostumbrados.
Mantener esto a la larga suele ser imposible. La motivación inicial desaparece rápido cuando nos enfrentamos a sensaciones continuas de hambre y el cansancio que suele traer asociado. La operación bikini podría incluso terminar peor de lo que empezó.
– Deporte: Practicar ejercicio es muy sano, pero a veces nos olvidamos de los beneficios que tiene para la salud y nos centramos únicamente en el deporte como obligación. Ya no es solo la perdida de grasa, la pérdida de peso, la figura… también hemos unido a todos esos ideales el cuerpo definido y escultural.
Parece que el deporte acaba siendo la obligación inquebrantable que todos tenemos que hacer para conseguir ese ideal de cuerpo. Y se nos olvida la parte de placer, de disfrutar… que también nos genera el ejercicio físico.
El deporte nos ayuda con la gestión y regulación emocional (por ejemplo, la ansiedad es un montón de energía que, si no la expulsamos, nos produce esos síntomas de falta de aire… así que el deporte es un recurso muy bueno para reducirla).
Pero en ocasiones, el ejercicio físico va ligado a la necesidad de cambio corporal y esa forma de verlo nos provoca más daño que beneficio. Si yo estoy haciendo una actividad física y no estoy concentrándome en cómo siento mis músculos, en cómo se mueve mi cuerpo, en la flexibilidad que voy adquiriendo… Si solamente estoy pensando cuánto peso habré perdido o cuánta musculatura habré ganado, lo estamos realizando desde un planteamiento equivocado.
Deberíamos utilizar el deporte para conectar con nosotros mismos, no solo para estar centrados en lo que tenemos que conseguir después de realizarlo. Además, los resultados no son instantáneos y nos podemos sentir muy frustrados si no notamos los cambios rápidamente.
Aquí entra también la parte de permiso: si un día no hago deporte, no se acaba el mundo. Se supone que esto es un beneficio para mí. No algo que me haga sufrir más que si no lo practico.
Pero cuando hacemos deporte con el único objetivo de cambiar nuestro cuerpo, tenemos la sensación de que no podemos fallar ni un día y aumentamos las exigencias y los mecanismos compensatorios que vienen cuando no lo consigo hacer.
En este sentido, un mensaje que ha estado (y sigue estando) muy presente en nuestra sociedad es que «tengo que cambiar el cuerpo con esfuerzo y fuerza de voluntad». Y, en mi opinión, se trata de una afirmación que nos puede hacer mucho daño, ya que es importante plantearnos cuando algo deja de ser autocuidado y empieza a ser obligación.
Redes sociales y su influencia en nuestra imagen corporal
Durante el confinamiento, hemos recibido un bombardeo constante de mensajes a través de las redes sociales del tipo «tienes que aprovechar el tiempo para hacer mucho deporte», «tienes que aprovechar para comer más sano y cuidar tu cuerpo», «cuidado con subir de peso» … Todos estos mensajes pueden hacernos mucho daño y no nos ayudan a mejorar la relación que tenemos con nuestro cuerpo.
Las redes influyen a dos niveles principales:
– Visibilizan solo un tipo de cuerpo: Hay un idealismo y un perfeccionismo que se muestra todo el rato que no corresponde con la realidad, pero a veces nos hacen creer que solo hay un tipo de cuerpo válido, que tenemos que esforzarnos parar lograrlo y que el resto de complexiones son inexistentes o no podemos mostrarlas de la misma forma.
La parte buena es que hay multitud de personas que se rebelan contra la belleza única y se unen a movimientos que buscan dar visibilidad a los diferentes tipos de cuerpos. Y en nuestras manos está decidir qué tipo de páginas o perfiles queremos seguir y qué tipo de cuerpos queremos ver.
– La perfección: Si seguimos a una ‘influencer’ determinada que nos muestra todo lo sano que come, todo el deporte que practica y su cuerpo siempre perfecto bajo la mejor ropa, que le queda siempre estupenda… Solo vemos esa parte de ideal y eso influye en la construcción de nuestras creencias (en lo que se supone que tendría que ser nuestro cuerpo, estilo de vida…). Una relativa perfección que se concentra en unas poquitas horas del día de esa persona y que nosotras queremos trasladar a las 24 horas de nuestro día.
Estamos expuestos a esto, pero también podemos limitar hasta dónde nos llega este concepto del ideal estético. No se trata de que nos tenga que encantar cada parte de nuestro cuerpo. Lo importante es la aceptación, el autocuidado y el respeto.
Las cookies necesarias ayudan a hacer que una web sea utilizable al activar funciones básicas, como la navegación por la página y el acceso a áreas seguras de la web. La web no puede funcionar correctamente sin estas cookies.
No se usan cookies de este tipo.
Las cookies de marketing se utilizan para rastrear a los visitantes a través de las webs. La intención es mostrar anuncios que sean relevantes y atractivos para el usuario individual y, por tanto, más valiosos para los editores y los anunciantes de terceros.
Nombre
Dominio
Uso
Duración
Tipo
IDE
doubleclick.net
Utilizada por Google DoubleClick para registrar e informar sobre las acciones del usuario en el sitio web tras visualizar o hacer clic en uno de los anuncios del anunciante con el propósito de medir la eficacia de un anuncio y presentar anuncios específicos para el usuario
1 año
HTTP
test_cookie
doubleclick.net
Utilizada para comprobar si el navegador del usuario admite cookies.
1 día
HTTP
VISITOR_INFO1_LIVE
youtube.com
Intenta calcular el ancho de banda del usuario en páginas con vídeos de YouTube integrados.
179 días
HTTP
yt-remote-cast-installed
youtube.com
Registra las preferencias del reproductor de vídeo del usuario al ver vídeos incrustados de YouTube.
Persistent
HTML
yt-remote-fast-check-period
youtube.com
Registra las preferencias del reproductor de vídeo del usuario al ver vídeos incrustados de YouTube.
Persistent
HTML
yt-remote-session-app
youtube.com
Registra las preferencias del reproductor de vídeo del usuario al ver vídeos incrustados de YouTube.
Persistent
HTML
yt-remote-session-name
youtube.com
Registra las preferencias del reproductor de vídeo del usuario al ver vídeos incrustados de YouTube.
Persistent
HTML
Las cookies de análisis ayudan a los propietarios de las webs a comprender cómo interactúan los visitantes con las webs recopilando y facilitando información de forma anónima.
Nombre
Dominio
Uso
Duración
Tipo
_ga
psicologos-bilbao.org
Registra una identificación única que se utiliza para generar datos estadísticos acerca de cómo utiliza el visitante el sitio web.
2 años
HTTP
_gid
psicologos-bilbao.org
Registra una identificación única que se utiliza para generar datos estadísticos acerca de cómo utiliza el visitante el sitio web.
1 día
HTTP
_gat
psicologos-bilbao.org
Utilizado por Google Analytics para controlar la tasa de peticiones.
1 día
HTTP
yt-remote-connected-devices
youtube.com
Registra las preferencias del reproductor de vídeo del usuario al ver vídeos incrustados de YouTube.
Persistent
HTML
Las cookies de preferencias permiten a una web recordar información que cambia la forma en que se comporta o se ve la web, como tu idioma preferido o la región en la que te encuentras.
No se usan cookies de este tipo.
Las cookies no clasificadas son cookies que estamos procesando para clasificar, conjuntamente con los proveedores de cookies individuales.
No se usan cookies de este tipo.
Las cookies son pequeños archivos de texto que pueden ser usados por las webs para hacer más eficiente la experiencia del usuario. La ley establece que podemos almacenar cookies en tu dispositivo si son estrictamente necesarias para el funcionamiento de este sitio. Para todos los demás tipos de cookies, necesitamos tu permiso. Este sitio utiliza diferentes tipos de cookies. Algunas cookies son colocadas por los servicios de terceros que aparecen en nuestras páginas.