clouds-g59d06e7de_640

TODOS QUEREMOS SER BUENAS PERSONA, ¿O NO?

¿Recuerdas cuántas veces te han dicho «pórtate bien», «se bueno», «ayuda siempre a los demás», «no seas egoísta», «no seas malo»…?

Probablemente desde que eres pequeño has recibido mensajes de este tipo, ¿a qué si?

De pequeños solemos aprender que si nos portamos bien y somos buenos (esto, entre otras cosas, pasa por obedecer y no llevar la contraria ni protestar) los demás nos querrán y nos valoraran más.


Y este aprendizaje lo vamos interiorizando y reafirmando con el paso de los años. Cada día que pasa, crecemos con esta idea de que tenemos que pensar siempre en los demás (antes que en nosotros mismos), en ser buenos y en complacer a todas las personas de nuestro entorno.

Si te sientes o te has sentido identificado con esto en algún momento de tu vida, ¿te has parado a pensar cómo te hace sentir esto?

El dejarte siempre para último lugar, no expresar las cosas que te molestan de la otra persona por miedo a cómo se lo pueda tomar, hacer esfuerzos constantes por complacer y agradar… ¡tiene un coste emocional y psicológico muy alto!

Y todo esto, hará que probablemente en algún momento explotes porque no se puede sostener todo esto durante toda la vida.

¿Y qué crees que pasará cuando explotes?

Probablemente te sentirás tremendamente culpable porque se confirmara el mayor de tus temores ➡️»eres malo». ¡Todos los esfuerzos que has hecho por “ser bueno” se desvanecerán y te sentirás fatal!

Y desde ahí puedes intentar hacer esfuerzos sobrehumanos para compensarlo y demostrar que no eres así y que eres una «buena persona». Pero, piénsalo, ¿crees que esto te hará sentirte bien?

¿Cómo trabajar el miedo a “no ser buena persona”?

1- Lo primero de todo, te diría que te pares a pensar detenidamente qué es realmente ser una “mala persona”, ¿qué significa para ti?

Te ánimo a que le dediques un rato a responder a esta pregunta (lo más detalladamente posible).

2- Cuando tengas esta definición clara, analízate y trata de describirte como persona. ¿Crees que tu definición de “mala persona” se ajusta a cómo eres tu realmente?

¡Probablemente no! Sin embargo, muchas veces nos ponemos “etiquetas” que no nos corresponden y nos condicionan a la hora de vivir nuestra vida.

3- Revisa las creencias que tienes respecto a que es ser «buena» y «mala persona» y permítete ser más libre y vivir en coherencia a tus necesidades (y no tanto a las de los demás). Para esto, sería importante también qué pienses en la vida que te gustaría vivir (de forma realista).

¿Qué tendrías que soltar para vivir esa vida?

¿Qué cambios tendrías que introducir en tu vida actual?

4- Establece un plan concreto y relista, con objetivos a corto, medio y largo plazo que te permitan acercarte a esa vida que te gustaría vivir, en coherencia a tus valores y a tus necesidades personales.



Y recuerda, si lo intentas y no puedes hacerlo solo, puedes pedir ayuda.

girl-g28d961682_1280

Los placeres culpables

El otro día en consulta hablando con una paciente utilizó un término que me resultó muy curioso: «los placeres culpables».



Ella utilizó este término para referirse a todas aquellas cosas que le apetecería hacer (desde una escucha más profunda) pero que había aprendido que no «estaban bien» 😓

Podemos llamarlo de muchas maneras pero lo cierto es que somos muchas las personas que en algún momento de nuestras vidas nos hemos sentido culpables de quedarnos un día en casa si hacía un día soleado, si hemos pasado toda la tarde en el sofá, si hemos hecho alguna pausa en nuestra jornada laboral para descansar…

¿En qué momento hemos llegado a la conclusión de que todas estas cosas son una pérdida de tiempo y que no son adecuadas?🤔

Vivimos en una sociedad en la que se premia y se refuerza la competitividad y la productividad constante (y sin descanso).

Perooo.. ¿alguien se ha parado a pensar en la relación que tiene esto con el aumento constante en las tasas de los problemas de salud mental?

¡Yo creo que NO! 💥💥

Me da mucha pena que esto sea así pero mantengo la esperanza de que algún día cambie y podamos permitirnos estos «placeres culpables» sin sentir culpa🤗

➡️Mientras tanto, te ánimo a que puedas parar a escucharte en tu día a día y, en la medida de lo posible, te des aquello que necesitas. Quizá al principio aparece cierto malestar porque puede que sientas que no estás haciendo «lo correcto» pero, si lo transitas, llegará un momento en el que ese malestar cada vez sea más inexistente.

Cuando te escuchas y te das lo que necesitas, te estás enviando mensajes tan importantes como «me merezco descansar», «soy valioso/a tal como soy», «quiero vivir mi propia vida, sin esforzarme por satisfacer las necesidades de otras personas que no son yo»…

Práctica esto porque estoy segura de que merecerá la pena.

🍃 Y recuerda…

Tienes derecho a descansar, a escucharte, a darte aquello que necesitas y está en tu mano 💙

Y, si ves que te cuesta y que tu nivel de autoexigencia es demasiado elevado como para escucharte, puedes pedir ayuda

desperate-2293377_1920

CRTITICARTE CONSTANTEMENTE TAMBIÉN ES UNA FORMA DE MALTRATARTE

¿Cuántas veces al día te críticas por todo aquello que consideras que no has hecho suficientemente bien o por tu aspecto físico, tu forma de ser, lo que has dicho o hecho…?

En mi día a día en consulta me encuentro con muchísimas personas que se critican duramente desde hace años y de una forma constante, sin ningún tipo de tregua.

Esta forma de tratarse y de relacionarse consigo mismas les lleva a tener conductas dañinas y perjudiciales hacía sí mismas (por ejemplo, alejarse de las personas que les rodean por sentirse inferiores a ellas, tener una mala relación con la comida, obligarse constantemente a complacer a los demás olvidándose de sus propias necesidades…).

Me gustaría señalar la diferencia entre:
➡️ Ser consciente de tus errores/fallos, sin autotorturarte y aprender de ellos.

➡️Fijarte únicamente en lo que haces mal, culpabilizarte y criticarte duramente, entrando una y otra vez en un bucle autodestructivo.


En el primer caso, somos conscientes de los errores y de los fallos que tenemos (no olvides que todas las personas tenemos los nuestros) y estamos relacionándonos con ellos de una forma adecuada, desde el aprendizaje y no desde la autotortura. Establecer esta relación con nuestros fallos y errores nos facilita no quedarnos enganchados/as en un bucle victimista (“soy lo peor”, “no tengo remedio”, “a los demás les va mejor que a mí siempre” …).

Sin embargo, en el segundo caso, nos estamos tratando de una forma totalmente dañina e hiriente que no nos va a ayudar en absoluto. No solo no vamos a obtener un aprendizaje de nuestros errores y fallos, sino que nos vamos a quedar atrapados/es en un bucle que nos puede limitar para el resto de nuestra vida. Por ejemplo, si una persona piensa que es incapaz de hacer muchas cosas bien y no hace más que repetírselo una y otra vez en vez de tomar las riendas y pasar a la acción pensando cómo se puede sentir mejor y más capaz, la próxima vez que se le plantee un reto en su vida (por pequeño que éste sea) se repetirá que es incapaz y no verá más allá. Probablemente no pensará en pequeños objetivos que le puedan acercar a logar ese reto. Optara por no hacerlo y esto hará que su malestar aumente y su autoconcepto se deteriore más aún.

Está comprobado que la crítica constante nos inmoviliza, nos impide aprender, nos convierte en nuestros peores enemigos/as, nos genera ansiedad y frustración. Todo esto destruye nuestra autoestima y nos lleva a maltratarnos.

4 PEQUEÑOS EJERCICIOS QUE PUEDES EMPEZAR A HACER DESDE YA MISMO PARA DEJAR DE CRITICARTE EN TU DÍA A DÍA

1. Empieza a ver la totalidad de las cosas, también de quién eres tú. Muchas veces, focalizamos toda nuestra atención en nuestros defectos, fallos, en lo que no nos gusta de nosotros/as… y pasamos por alto completamente nuestras virtudes y cualidades positivas. Para empezar a “equilibrar la balanza” te animo a que cada día, al final del día, te hagas la siguiente pregunta: ¿Qué me ha gustado de mí mismo/a hoy? La idea es que sean cualidades que forman parte del día a día y no cualidades extraordinarias. Por ejemplo, podrías valorar que te has permitido hacer una pausa en tu jornada laboral para descansar, que has llamado a una amiga que tenía una consulta médica para preguntarle qué tal le ha ido…

2. Sabemos que generalmente con nosotros mismos/as somos mucho más duros/as e injustos/as que con los demás. Por eso, me gustaría que pudieras pensar por un momento… ¿qué le dirías a un/a amigo/a que se critica constantemente para ayudarle?

¡Intenta decirte a ti mismo/a eso mismo también en tu día a día! Porque si a esa persona que tanto aprecias se lo dirías, tú no puedes ser menos.

3. Trae a tu mente experiencias y recuerdos en los que has logrado aquellos objetivos que te has propuesto (por ejemplo, tener relaciones de amistad estables, obtener buenos resultados en unos estudios que has realizado, aprender otro idioma, viajar a otro país, dejar de fumar, organizarte mejor en tu día a día, etc.). Ahora, piensa en qué cualidades de tu personalidad te han ayudado a conseguir cada uno de esos objetivos.

4. Piensa en algún mantra que a ti te sirva y te aporte motivación en tu día a día. Algunos ejemplos pueden ser: “confía en tus capacidades”, “lo estás haciendo lo mejor que puedes”, “equivocarse es humano, puedes darte la oportunidad de aprender de tus errores”. ¡La idea es que tu busques uno o varios mantras que a ti te sirvan y que sean creíbles para ti!. Repítetelo nada más levantarte y en varias ocasiones a lo largo del día.

Espero que estos pequeños ejercicios puedan ayudarte a tener otro tipo de relación más sana contigo mismo/a.
Si aun así sientes que te sigues criticando duramente, te recomiendo pedir ayuda a un profesional con el que puedas trabajar más en profundidad lo que puede estar sucediendo.

Recuerda… Te mereces vivir una vida plena y no una autotortura constante.

Blanco Marrón General Padre Día Aprecio Instagram Publicación

¿SABES QUIÉN ERES REALMENTE?

¿Alguna vez te has preguntado «quién soy yo realmente»? ?

Puede parecer una pregunta simple y sencilla pero te aseguro que no lo es ?

En muchas ocasiones, no nos hemos parado a pensar detenidamente quiénes somos y funcionamos con una imagen distorsionada y limitante de nosotr@s mism@s?

?Por eso, para empezar a conocerte un poquito más a ti mism@, te invito a realizar el siguiente ejercicio:

➡️Dedícate un rato a realizar una descripción lo más detallada posible de ti mism@:
▶️¿Cómo describiría tu físico?
¿Y tu personalidad?
▶️Pensando en los diferentes roles que tienes en tu vida (hij@, herman@, pareja, amig@, trabajador/a, etc.), ¿cómo te describirías en cada uno de ellos?

➡️Ve haciendo una descripción de todos los aspectos de tu vida que consideres importantes.

➡️Cuando hayas terminado, relee la descripción y anota al lado de cada adjetivo si consideras que es positivo, negativo o neutro.

➡️Por último, vuelve a leerlo todo una vez más y responde a la siguiente pregunta ➡️¿Si una persona que no conozco de nada, se describiría de este modo, qué pensaría de ella?

¿Te animas a compartir lo que has descubierto con este ejercicio? ?

man-2608550_640

¿Dedicas tiempo a tu autocuidado?

Antes de comenzar a leer este artículo, me gustaría que te preguntases?:

¿Qué entiendo yo por autocuidado?, ¿Qué significa para mi (auto)cuidarme?

✴️Piénsalo durante unos minutos..

Ahora, te diré lo que entiendo yo por AUTOCUIDADO. Para mi (auto)cuidarme significa:

1️⃣ Preguntarme qué necesito.

2️⃣ Escucharme.

3️⃣ Actuar en consecuencia.

➡️El autocuidado puede ser de varios tipos: físico, emocional, social, intelectual y espiritual. Vamos a ver en qué consiste cada tipo de autocuidado y te invito a que reflexiones acerca de tu propio autocuidado.

??? Físico: ¿tienes una alimentación sana, variada y equilibrada?, ¿duermes las horas que tu cuerpo necesita?, ¿mueves tu cuerpo, andando o haciendo deporte?

?❤️??? Emocional: ¿te das permiso para sentir, escucharte e identificar tus emociones?, ¿te das permiso para expresarlas (por ejemplo, para llorar, enfadarte…)?, ¿eres capaz de gestionar adecuadamente tus emociones o son ellas las que te dominan a ti?

??? Social: ¿dedicas tiempo a cultivar y mantener tus relaciones familiares y de amistad?, ¿cómo lo haces?, ¿sabes distinguir entre aquellas relaciones que te aportan y te suman y aquellas que te quitan la energía o que son tóxicas?

??? Intelectual: ¿dedicas tiempo en formarte en aquellos temas que te interesan y te gustan?, ¿lees?, ¿te gusta pensar en nuevos proyectos y cambios o prefieres la rutina y hacer lo que ya conoces?

?‍♀️?️? Espiritual: ¿dedicas tiempo a reflexionar sobre ti mism@ y sobre tu vida?, ¿te gusta estar en contacto con la naturaleza?, ¿practicas la gratitud?

➡️¿A qué conclusión has llegado después de estas reflexiones?

☑️ Si has contestado «si» a la mayoría de estas preguntas, ¡ENHORABUENA!

❎ Si por el contrario, has contestado «no», hazte la siguiente pregunta : ¿qué puedo empezar a hacer para cuidarme más y mejor a mi mism@?

Si te apetece compartirlo, me encantará leerte en comentarios ?

heart-2736254_1280

Miedo a la soledad: Cómo superarlo de forma definitiva

Hoy vamos a hablar de uno de los miedos que cada vez está más presente en nuestra sociedad: el miedo a la soledad.

Hay personas que no son capaces de poner fin a una relación de pareja o de amistad por temor a quedarse solas.

En muchas ocasiones, lo que se esconde detrás del miedo a la soledad es el miedo a estar con uno mismo. Cuando estamos solos comienzan a invadirnos pensamientos incómodos sobre nuestra poca valía como personas. Estos pensamientos se posan sobre nosotros y comienzan a hundirnos cada vez más. Sin embargo, es importante saber que son sólo eso, pensamientos.

Por ello es importante reencontrarse con uno mismo y aprender a quererse, valorarse, mimarse. Saber que los pensamientos que nos inundan no son reales.

Todas las personas tenemos la capacidad para superar el temor a la soledad y lograr sentirnos tranquilos y en paz ante esos momentos en la vida en los que nos encontramos solos.

5 CLAVES PARA SUPERAR EL MIEDO A LA SOLEDAD

1.- Aprende a distinguir tu estado emocional. No es lo mismo estar solo que sentirse solo.

Un aspecto primordial que es necesario tomar en cuenta cuando se quiere superar el miedo a la soledad, es aprender a identificar si ese sentimiento proviene más bien de una soledad física o proviene de un estado mental.

Por ejemplo, en muchas ocasiones se puede estar rodeado de gente y sentirse sólo a pesar de eso y por el contrario se puede estar solo físicamente y sentirse en paz consigo mismo.

Estar sólo físicamente suele ser una situación temporal de la que puede derivar un sentimiento de soledad, sin embargo, la soledad que proviene de un estado mental que suele ser más profunda, es una sensación de vacío, de no tener nada, de frustración constante, la persona que la experimenta no confía en sus capacidades personales, emocionales y afectivas para salir adelante.

2.- Aprende a disfrutar de la soledad

Debemos dejar de ver la soledad como algo negativo.

Me gustaría que, antes de continuar leyendo, te detuvieras un momento y pudieras pensar lo siguiente: ¿Qué puede tener de positivo la soledad?

Cuando ya lo hayas pensado, puedes continuar leyendo…

Uno de los aspectos más positivos de la soledad es que cuando estamos a solas con nosotros mismos podemos cultivar aspectos tan interesantes como la introspección, lo cual nos permitirá conocernos mejor, redescubrirnos, innovar, desarrollar la creatividad, etc.

3.- Disfruta haciendo planes contigo mismo: Vete a tomar un café, al gimnasio, al cine… o prueba cualquier otra actividad que tengas ganas de hacer desde hace tiempo.

Las personas tienen miedo a hacer planes solas porque piensa que los demás van a pensar que es el “raro”.

Es cierto que no es fácil irse solo de viaje, a tomar un café, al cine… ¡es duro!

Porque vivimos en una sociedad en la que se dice que, si haces este tipo de cosas solo/a, eres un “rarito/a”.

Pero hay deberíamos pensar “pobrecito/a tu que si no tuvieras tu compañero/a no irías al cine”, “pobrecito tu que, si no tienes plan un sábado, te quedas en casa arrancándote el pelo en vez de irte a la playa o a dar un paseo”.

¡NO HAY NADA MEJOR QUE LA PROPIA COMPAÑÍA!

4.- Valora los momentos contigo mismo y cuídalos: Si cuando haces cosas solo, te quejas y piensas que es aburrido, que es triste, que que haces haciéndolo solo… y cuando estas en compañía lo valoras, es normal que se refuercen mucho tus momentos con otros. Trata de reforzar tus momentos contigo mismo (que a gusto estoy leyendo, como estoy disfrutando de la serie, me encanta salir a pasear e ir a mi ritmo). Cuando le das ese valor, al final terminas encontrando cosas bonitas en los momentos que pasas contigo.

5.- Dedica tiempo a estar en silencio: ¿Sabes que el silencio puede ser algo tan relajante como una técnica de meditación? ¿Y que durante el silencio encontramos pensamientos creativos que de otra manera no aparecen? No pienses que el silencio es aburrido, quita esa etiqueta, y descubre que hay detrás del silencio.

Además de estos 5 puntos, también es importante que mantengas el contacto con los demás.

En algunas ocasiones, puede darse el caso de que el propio miedo a la soledad provoque alejarse cada vez más de los demás debido a la sensación de falta de control emocional que se experimenta.

Por ejemplo, una persona que tiene temor a la soledad, podría tener pensamientos como: “no quiero empezar una relación porque seguramente al cabo de un tiempo me van a abandonar y me sentiré peor”, “no voy a llamar a mis amigos porque van a decir que dependo siempre de ellos”

¡Enamórate de tu propia compañía al mismo tiempo que mantienes relaciones sanas y que te aportan bienestar!

decorating-christmas-tree-2999722_1280

¿Odias la Navidad? No eres la única persona y no tiene por qué gustarte

A muchas personas las melodías navideñas les irritan, el muérdago les produce alergia, las celebraciones con los parientes les estresan y desearían que el calendario pasase, como por arte de magia, la página de diciembre. Y puestos a pedir, también la de noviembre, ya que las navidades cada año empiezan antes. En el fondo de todas estas razones se esconde el hecho, registrado ya por profesionales, de que estas fiestas consiguen todo lo contrario a lo que se proponen: deprimir y estresar al personal hasta límites insospechados.

En los cuentos infantiles una característica para reconocer al malvado era, y me temo que todavía es, al menos para la factoría Disney, que éste siempre odiaba la Navidad. La sociedad nos ha vendido que estas fechas son entrañables, una época mágica en la que todos tenemos que estar constantemente rodeados de familia y amigos, y consumiendo cuanto más mejor. Sin embargo, lo que le sucede a mucha gente es que sufre tristeza y melancolía.

Estas fiestas de final de año hacen que muchas personas añoren a familiares que ya no viven o épocas pasadas, más felices. Y están también los que se sienten muy estresados con las múltiples celebraciones –especialmente las mujeres, que son todavía las que, generalmente, se ocupan de cocinar y organizarlo todo–, o con el hecho de verse con parientes que no son de su agrado, o enfrentarse a los gastos extra de los regalos. ¡Hay una presión enorme en esta época del año! Además, los que están solos, sufren también porque se agudiza su sentimiento de soledad.

La Navidad que nos han vendido genera unas expectativas que no son reales y las decepciones son mucho más grandes de lo habitual. Aquí algunos consejos para manejar el estrés y la ansiedad durante las navidades: 

1- Tener expectativas realistas

Es importante que tengamos unas expectativas realistas. ¡La Navidad no es Disneyland! En esta época, no se solucionan de repente todos los problemas o nos empezamos a llevar fenomenal con personas con las que no congeniamos el resto del año.

El dejarnos llevar por la presión social que nos vende que las Navidades son maravillosas, hace que creamos que cuando nos juntemos con la familia o con los amigos todo será diferente, que todos vamos a estar mucho más unidos y nos vamos a llevar mejor que nunca. ¡Esto no es así! Si adoptas un pensamiento realista y no dejándote llevar por lo que se supone que deberías de sentir en Navidad, el malestar no será tan intenso.

2- Evita los desencadenantes conocidos

Por ejemplo, si la política es un tema delicado en tu familia o el coronavirus genera una excesiva preocupación en alguna persona, no hables de ello. Si alguien saca estos temas, usa la distracción y pasa rápidamente a otra conversación. ¡Vamos a ponérnoslo fácil!

3- Reserva tiempo solo para ti y date espacios

En ocasiones, el exceso de actividades sociales puede provocar una gran presión sobre ciertas personas. Es recomendable tener momentos a solas para distanciarse de la multitud. Por ejemplo, podemos dar un paseo, escuchar música, practicar técnicas de relajación o leer un libro, es decir, realizar actividades que nos conecten con nosotros mismos.

No te fuerces si realmente no quieres estar constantemente rodeado de familiares en Navidad. Date permiso para estar contigo mismo. ¡No te sientas culpable! A lo mejor te alivia no estar todos los días reunido con la familia y no pasa nada.

No fuerces emociones que no cuadren contigo o que no sientes. Porque lo que sientes lo estás sintiendo por alguna razón (quizá echas de menos a algún familiar, hay conflictos internos que te impiden disfrutar de estos días…)

4- Las personas bajo estrés tienden a ‘automedicarse’ con alcohol, cigarrillos y otras drogas

Trata de recordar que el alcohol y otras drogas no pueden resolver problemas ni aliviar el estrés a largo plazo.

5- No te obligues a ser otra persona diferente

¡No por ser Navidad tenemos que estar súper felices! Permítete sentir lo que sientas en cada momento y no te dejes llevar por los villancincos o cancioncillas que nos venden, sino que escucha tu interior.

Cómo ser feliz con tu cuerpo sin torturarte

La continua fijación por los físicos perfectos solo produce insatisfacción. Son tiempos para la aceptación, el autocuidado y el respeto a nuestro propio cuerpo.

¿Qué entendemos por un cuerpo perfecto?

Si nos basamos en las fotografías que hablan de un cuerpo perfecto, observamos piernas musculadas y delgadas, cinturas estrechas, un abdomen tonificado… Imágenes utópicas para la mayoría de los mortales que tenemos el cuerpo diseñado por nuestros ancestros para sobrevivir en terrenos hostiles e inviernos crudos.

El negocio que se ha montado alrededor del culto al cuerpo (ropa, alimentación, suplementos…) con la promesa de la felicidad conseguida al tener el cuerpo perfecto, nos aleja de lo que verdaderamente nos va a dar el bienestar: una vida plena y en calma con nosotros mismos.

Muchas veces asociamos un cuerpo estético al éxito, el bienestar y la felicidad. Pero, ¿de verdad tu felicidad y tu éxito en la vida dependen de tu físico? ¿Dónde quedan los demás factores?

Muchas personas llegan a consulta con la creencia fuertemente arraigada de que si cambian su cuerpo, mejorará su autoestima. Habitualmente, pensamos que una cosa implica la otra. Un cambio en mi forma física, va a implicar un cambio en mi autoestima y me voy a sentir mejor. Es normal que esta creencia se construya, porque es verdad que cuando adelgazamos, se nos refuerza socialmente, ya que se considera que quien adelgaza ha conseguido algo positivo y se le felicita por ello.

Eso no es cierto; que una persona adelgace, no tiene por qué implicar algo positivo. A veces, puede significar que está emocionalmente inestable o se encuentra mal. Ese refuerzo, cada vez que una persona baja de peso, no tiene mucho sentido ni lógica cuando lo sensato sería preguntar cómo se encuentra o no hacer ningún tipo de comentario.

Mejorar la autoestima requiere de un gran trabajo a nivel interno y ese avance no va a suceder simplemente por un cambio a nivel físico. De las veces que has intentado cambiar tu cuerpo y lo conseguiste, ¿cuánto tiempo te duro esa sensación de plenitud y bienestar? Probablemente, la respuesta sea que poco tiempo y te lleve a cuestionarte que un cambio físico no implica un cambio a nivel interno y que hay muchos otros factores que influyen en nuestra autoestima.

La autoestima no se trabaja mejorando el cuerpo, sino la forma de verlo. De nada sirve empeñarnos en trabajar el cuerpo para cambiarlo si, al mismo tiempo, lo estamos odiando.

Por ejemplo, todos conocemos a alguien que tiene un cuerpo estupendo, pero no se quiere nada y siempre procura conseguir algo inalcanzable que le produce insatisfacción porque nunca es suficiente. Por otra parte, también conocemos a aquellas personas que supuestamente y normativamente no tienen lo que se considera por un cuerpo estético, pero se quieren y se ven maravillosamente bien.

Por tanto, la creencia de «si cambio mi cuerpo, mejorara mi autoestima» no es cierta. El objetivo tendría que ser cambiar y mejorar la relación con nosotros mismos, el buen trato… sin necesidad de que nuestro cuerpo cambie.

Factores presentes en la infelicidad con nuestro cuerpo:

– Las dietas: Sufrir ansiedad ante la comida, desgraciadamente, es algo muy común y si nos proponemos una dieta sumamente restrictiva este malestar se acentúa aún más.

Sobre todo cuando se acerca el verano queremos adelgazar rápidamente y nos sometemos a dietas con alimentos que no nos gustan y que nos aportan muchas menos calorías de las que estamos acostumbrados.

Mantener esto a la larga suele ser imposible. La motivación inicial desaparece rápido cuando nos enfrentamos a sensaciones continuas de hambre y el cansancio que suele traer asociado. La operación bikini podría incluso terminar peor de lo que empezó.

– Deporte: Practicar ejercicio es muy sano, pero a veces nos olvidamos de los beneficios que tiene para la salud y nos centramos únicamente en el deporte como obligación. Ya no es solo la perdida de grasa, la pérdida de peso, la figura… también hemos unido a todos esos ideales el cuerpo definido y escultural.

Parece que el deporte acaba siendo la obligación inquebrantable que todos tenemos que hacer para conseguir ese ideal de cuerpo. Y se nos olvida la parte de placer, de disfrutar… que también nos genera el ejercicio físico.

El deporte nos ayuda con la gestión y regulación emocional (por ejemplo, la ansiedad es un montón de energía que, si no la expulsamos, nos produce esos síntomas de falta de aire… así que el deporte es un recurso muy bueno para reducirla).

Pero en ocasiones, el ejercicio físico va ligado a la necesidad de cambio corporal y esa forma de verlo nos provoca más daño que beneficio. Si yo estoy haciendo una actividad física y no estoy concentrándome en cómo siento mis músculos, en cómo se mueve mi cuerpo, en la flexibilidad que voy adquiriendo… Si solamente estoy pensando cuánto peso habré perdido o cuánta musculatura habré ganado, lo estamos realizando desde un planteamiento equivocado.

Deberíamos utilizar el deporte para conectar con nosotros mismos, no solo para estar centrados en lo que tenemos que conseguir después de realizarlo. Además, los resultados no son instantáneos y nos podemos sentir muy frustrados si no notamos los cambios rápidamente.

Aquí entra también la parte de permiso: si un día no hago deporte, no se acaba el mundo. Se supone que esto es un beneficio para mí. No algo que me haga sufrir más que si no lo practico.

Pero cuando hacemos deporte con el único objetivo de cambiar nuestro cuerpo, tenemos la sensación de que no podemos fallar ni un día y aumentamos las exigencias y los mecanismos compensatorios que vienen cuando no lo consigo hacer.

En este sentido, un mensaje que ha estado (y sigue estando) muy presente en nuestra sociedad es que «tengo que cambiar el cuerpo con esfuerzo y fuerza de voluntad». Y, en mi opinión, se trata de una afirmación que nos puede hacer mucho daño, ya que es importante plantearnos cuando algo deja de ser autocuidado y empieza a ser obligación.

Redes sociales y su influencia en nuestra imagen corporal

Durante el confinamiento, hemos recibido un bombardeo constante de mensajes a través de las redes sociales del tipo «tienes que aprovechar el tiempo para hacer mucho deporte», «tienes que aprovechar para comer más sano y cuidar tu cuerpo», «cuidado con subir de peso» … Todos estos mensajes pueden hacernos mucho daño y no nos ayudan a mejorar la relación que tenemos con nuestro cuerpo.

Las redes influyen a dos niveles principales:

– Visibilizan solo un tipo de cuerpo: Hay un idealismo y un perfeccionismo que se muestra todo el rato que no corresponde con la realidad, pero a veces nos hacen creer que solo hay un tipo de cuerpo válido, que tenemos que esforzarnos parar lograrlo y que el resto de complexiones son inexistentes o no podemos mostrarlas de la misma forma.

La parte buena es que hay multitud de personas que se rebelan contra la belleza única y se unen a movimientos que buscan dar visibilidad a los diferentes tipos de cuerpos. Y en nuestras manos está decidir qué tipo de páginas o perfiles queremos seguir y qué tipo de cuerpos queremos ver.

– La perfección: Si seguimos a una ‘influencer’ determinada que nos muestra todo lo sano que come, todo el deporte que practica y su cuerpo siempre perfecto bajo la mejor ropa, que le queda siempre estupenda… Solo vemos esa parte de ideal y eso influye en la construcción de nuestras creencias (en lo que se supone que tendría que ser nuestro cuerpo, estilo de vida…). Una relativa perfección que se concentra en unas poquitas horas del día de esa persona y que nosotras queremos trasladar a las 24 horas de nuestro día.

Estamos expuestos a esto, pero también podemos limitar hasta dónde nos llega este concepto del ideal estético. No se trata de que nos tenga que encantar cada parte de nuestro cuerpo. Lo importante es la aceptación, el autocuidado y el respeto.