Los expertos afirman que estamos inmersos ya en la tercera ola COVID.
Desde que la pandemia llegó a nuestras vidas son muchos los síntomas que hemos experimentado (insomnio, tristeza, ansiedad, niveles de estrés altos, enfado, miedo, etc.).
Además, nos hemos tenido que acostumbrar en menos de un año a muchos cambios como las nuevas medidas de higiene (geles, mascarillas, distancia necesaria…), preocupación por contagiarnos y/o poder transmitirlo a familiares o personas de riesgo, menor contacto con la familia y los amigos, etc. Además de la extrañeza, la sensación de irrealidad, la confusión…
La situación laboral para muchas personas pasa por momentos muy complicados, incluyendo aquellas que se encuentran en una situación de ERTE, desempleadas, autónomos en situación de vulnerabilidad, teletrabajo, conciliaciones familiares y muchas otras personas tratando de conservar lo que tienen con mucho esfuerzo.
Todo esto, puede hacer que estemos psicológicamente más desgastados y que nos veamos con menos fuerzas que en marzo del año pasado, cuando comenzó todo esto.
La mente humana no está preparada para elaborar tantos cambios de manera tan rápida, necesita tiempos prudenciales para elaborar situaciones con un gran impacto. La velocidad de todo lo que sucede en este tiempo hace que los síntomas sean aún mayores.
¿QUÉ PODEMOS HACER PARA GESTIONAR ESTA TERCERA OLA Y NO PERDER LA ESPERANZA?
Partiendo de que no es fácil afrontar esta nueva ola y la incertidumbre de las medidas sanitarias y todos los cambios que van viniendo, es importante que apostemos por incluir aquellas cosas que sí nos hacen sentir bien y cuidarlas:
1- Cuidar los vínculos es una de las medidas importantes. El vínculo nos ayuda a salir del aislamiento, a tener esperanza, a apoyarnos conjuntamente en los momentos difíciles. A poder vivir encuentros que nos hagan olvidar la pandemia por coronavirus y nos ayuden a reencontrarnos con aquello que nos hace sentir que merece la pena tener esperanza y seguir. El cariño, la ternura, la empatía.
2- Reconoce y acepta cómo te estás sintiendo: En ocasiones puede parecer que fingir que algo va bien a la larga hará que lo creamos y lo sintamos así. Sin embargo, para poder afrontar una emoción o problema lo primero que hay que hacer es identificarla. No basta con repetirnos que toda esta situación no está tan mal, sino que debemos descubrir qué sentimos y qué es lo que nos está provocando ese malestar y una vez lo hayamos aceptado podremos comenzar a combatirlo.
3- Evitar pensar todo el rato en ello: El COVID y la situación de incertidumbre que conlleva, producen muchas preocupaciones. Pero eso no significa que debamos estar todo el día pensando en ellas y dándole vueltas puesto que solo conseguiremos aumentar nuestros niveles de estrés, ansiedad e insomnio. En su lugar conviene buscar actividades y pasatiempos y establecer unas rutinas que nos ayuden a mantener la mente ocupada y nos permitan distraernos y evadirnos.
4- Mantener aquellas actividades de ocio que si están permitidas en algunos momentos, como visitar la naturaleza, pasear, hacer deporte…
5- Aprender de los errores: en marzo nos enfrentábamos a una situación novedosa y prácticamente impredecible. Por el contrario, ahora ya contamos con una experiencia pasada que tomar como referencia. De manera que si en la 1ª ocasión caímos en la sobreinformación y eso nos causó malestar o terminamos por quedarnos en pijama todo el día sin salir a penas de la cama debemos aprender de ello y actuar de otra manera. Por ejemplo, viendo las noticias solo una vez al día o preparándonos cada mañana como si fuésemos a ir a la oficina en lugar de teletrabajar.
El acompañamiento terapéutico es un buen recurso para poder gestionar el impacto y las consecuencias psicológicas que la pandemia nos está causando.
No existe una fórmula mágica que nos saque de esta situación, pero tratar de cuidarnos, centrarnos en las pequeñas cosas, en los vínculos y dosificar la información, la aceptación y paciencia nos ayudarán a seguir afrontando y viviendo esta compleja situación.
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