?Algunas personas acuden a terapia diciendo «no entiendo lo que me pasa… Tengo una buena familia, amigos, una pareja que me quiere, un trabajo que me gusta… Pero no me siento como me tendría que sentir» ?
➡️A medida que vamos trabajando en su historia, descubrimos ? que a veces hay heridas del pasado no resultas que siguen teniendo mucho poder en la actualidad. En la mayoría de los casos porque no se atendieron como se hubiese necesitado en su momento.
?Quizá porque en ese momento pensábamos que con el tiempo se curarian por si solas, que no era algo tan importante como finalmente resultó siendo…
➡️Lo que está claro es que si seguimos construyendo nuestra historia encima de heridas no cerradas, tarde o temprano éstas volverán a resurgir y hacernos daño ?
En cualquier caso, te ánimo a que si no te sientes bien y estás sufriendo por el motivo que sea, no te quedes en el lamento de «no me siento como me tendría que sentir».
En vez de eso, te invito a que te preguntes:
➡️¿Qué está en mis manos para sentirme mejor? ?
Y recuerda… No pasa nada si tienes que pedir ayuda. Todos/as lo hacemos en algún momento y está bien ?
❎ Si no lo has hecho, te invito a reflexionar sobre ello… Déjate sentir la respuesta, no intentes redirigirla hacia ningún lado…
A veces, las estrategias que utilizamos para relacionarnos con nuestras emociones, no funcionan ?
✔️¿Qué estrategias no son adecuadas para relacionarnos con nuestras emociones?
➡️Identificarnos con ellas: Cuando hacemos esto, no somos capaces de ver que la emoción es algo pasajero que puedo observar y que no soy yo.
➡️Luchar contra ellas: No sirve para nada, la emoción ya esta aquí y se va a quedar el tiempo que se tenga que quedar, hasta que cumpla su función.
➡️Reprimirlas: Si no la dejamos expresarse en nuestro cuerpo, terminara expresándose en forma de somatización, enfermedad, etc.
➡️Ignorarlas o taparlas con otras emociones «mejores». Es un autoengaño, ya que las emociones no desaparecen por el mero hecho de que no las deseemos.
?¿Sueles utilizar alguna de estas estrategias para relacionarte con tus emociones?
➡️Me gustaría que tuvieras presente que A LO QUE TE RESISTES, PERSISTE ⬅️
¿Qué significa «A LO QUE TE RESISTES, PERSISTE»? Significa que las emociones vienen a cumplir una función concreta Si nos peleamos con ellas, intentamos modificarlas, las reprimimos, las tapamos… no las estamos dejando desarrollarse y lo único que conseguimos es alargar aquello de lo que nos queremos deshacer.
Por lo tanto, ¿qué deberíamos hacer con las emociones? ¡DARNOS PERMISO PARA SENTIRLAS!
Los expertos afirman que estamos inmersos ya en la tercera ola COVID.
Desde que la pandemia llegó a nuestras vidas son muchos los síntomas que hemos experimentado (insomnio, tristeza, ansiedad, niveles de estrés altos, enfado, miedo, etc.).
Además, nos hemos tenido que acostumbrar en menos de un año a muchos cambios como las nuevas medidas de higiene (geles, mascarillas, distancia necesaria…), preocupación por contagiarnos y/o poder transmitirlo a familiares o personas de riesgo, menor contacto con la familia y los amigos, etc. Además de la extrañeza, la sensación de irrealidad, la confusión…
La situación laboral para muchas personas pasa por momentos muy complicados, incluyendo aquellas que se encuentran en una situación de ERTE, desempleadas, autónomos en situación de vulnerabilidad, teletrabajo, conciliaciones familiares y muchas otras personas tratando de conservar lo que tienen con mucho esfuerzo.
Todo esto, puede hacer que estemos psicológicamente más desgastados y que nos veamos con menos fuerzas que en marzo del año pasado, cuando comenzó todo esto.
La mente humana no está preparada para elaborar tantos cambios de manera tan rápida, necesita tiempos prudenciales para elaborar situaciones con un gran impacto. La velocidad de todo lo que sucede en este tiempo hace que los síntomas sean aún mayores.
¿QUÉ PODEMOS HACER PARA GESTIONAR ESTA TERCERA OLA Y NO PERDER LA ESPERANZA?
Partiendo de que no es fácil afrontar esta nueva ola y la incertidumbre de las medidas sanitarias y todos los cambios que van viniendo, es importante que apostemos por incluir aquellas cosas que sí nos hacen sentir bien y cuidarlas:
1-Cuidar los vínculos es una de las medidas importantes. El vínculo nos ayuda a salir del aislamiento, a tener esperanza, a apoyarnos conjuntamente en los momentos difíciles. A poder vivir encuentros que nos hagan olvidar la pandemia por coronavirus y nos ayuden a reencontrarnos con aquello que nos hace sentir que merece la pena tener esperanza y seguir. El cariño, la ternura, la empatía.
2- Reconoce y acepta cómo te estás sintiendo: En ocasiones puede parecer que fingir que algo va bien a la larga hará que lo creamos y lo sintamos así. Sin embargo, para poder afrontar una emoción o problema lo primero que hay que hacer es identificarla. No basta con repetirnos que toda esta situación no está tan mal, sino que debemos descubrir qué sentimos y qué es lo que nos está provocando ese malestar y una vez lo hayamos aceptado podremos comenzar a combatirlo.
3- Evitar pensar todo el rato en ello: El COVID y la situación de incertidumbre que conlleva, producen muchas preocupaciones. Pero eso no significa que debamos estar todo el día pensando en ellas y dándole vueltas puesto que solo conseguiremos aumentar nuestros niveles de estrés, ansiedad e insomnio. En su lugar conviene buscar actividades y pasatiempos y establecer unas rutinas que nos ayuden a mantener la mente ocupada y nos permitan distraernos y evadirnos.
4- Mantener aquellas actividades de ocio que si están permitidas en algunos momentos, como visitar la naturaleza, pasear, hacer deporte…
5- Aprender de los errores: en marzo nos enfrentábamos a una situación novedosa y prácticamente impredecible. Por el contrario, ahora ya contamos con una experiencia pasada que tomar como referencia. De manera que si en la 1ª ocasión caímos en la sobreinformación y eso nos causó malestar o terminamos por quedarnos en pijama todo el día sin salir a penas de la cama debemos aprender de ello y actuar de otra manera. Por ejemplo, viendo las noticias solo una vez al día o preparándonos cada mañana como si fuésemos a ir a la oficina en lugar de teletrabajar.
El acompañamiento terapéutico es un buen recurso para poder gestionar el impacto y las consecuencias psicológicas que la pandemia nos está causando.
No existe una fórmula mágica que nos saque de esta situación, pero tratar de cuidarnos, centrarnos en las pequeñas cosas, en los vínculos y dosificar la información, la aceptación y paciencia nos ayudarán a seguir afrontando y viviendo esta compleja situación.
Hoy vamos a hablar de uno de los miedos que cada vez está más presente en nuestra sociedad: el miedo a la soledad.
Hay personas que no son capaces de poner fin a una relación de pareja o de amistad por temor a quedarse solas.
En muchas ocasiones, lo que se esconde detrás del miedo a la soledad es el miedo a estar con uno mismo. Cuando estamos solos comienzan a invadirnos pensamientos incómodos sobre nuestra poca valía como personas. Estos pensamientos se posan sobre nosotros y comienzan a hundirnos cada vez más. Sin embargo, es importante saber que son sólo eso, pensamientos.
Por ello es importante reencontrarse con uno mismo y aprender a quererse, valorarse, mimarse. Saber que los pensamientos que nos inundan no son reales.
Todas las personas tenemos la capacidad para superar el temor a la soledad y lograr sentirnos tranquilos y en paz ante esos momentos en la vida en los que nos encontramos solos.
5 CLAVES PARA SUPERAR EL MIEDO A LA SOLEDAD
1.- Aprende a distinguir tu estado emocional. No es lo mismo estar solo que sentirse solo.
Un aspecto primordial que es necesario tomar en cuenta cuando se quiere superar el miedo a la soledad, es aprender a identificar si ese sentimiento proviene más bien de una soledad física o proviene de un estado mental.
Por ejemplo, en muchas ocasiones se puede estar rodeado de gente y sentirse sólo a pesar de eso y por el contrario se puede estar solo físicamente y sentirse en paz consigo mismo.
Estar sólo físicamente suele ser una situación temporal de la que puede derivar un sentimiento de soledad, sin embargo, la soledad que proviene de un estado mental que suele ser más profunda, es una sensación de vacío, de no tener nada, de frustración constante, la persona que la experimenta no confía en sus capacidades personales, emocionales y afectivas para salir adelante.
2.- Aprende a disfrutar de la soledad
Debemos dejar de ver la soledad como algo negativo.
Me gustaría que, antes de continuar leyendo, te detuvieras un momento y pudieras pensar lo siguiente: ¿Qué puede tener de positivo la soledad?
Cuando ya lo hayas pensado, puedes continuar leyendo…
Uno de los aspectos más positivos de la soledad es que cuando estamos a solas con nosotros mismos podemos cultivar aspectos tan interesantes como la introspección, lo cual nos permitirá conocernos mejor, redescubrirnos, innovar, desarrollar la creatividad, etc.
3.- Disfruta haciendo planes contigo mismo: Vete a tomar un café, al gimnasio, al cine… o prueba cualquier otra actividad que tengas ganas de hacer desde hace tiempo.
Las personas tienen miedo a hacer planes solas porque piensa que los demás van a pensar que es el “raro”.
Es cierto que no es fácil irse solo de viaje, a tomar un café, al cine… ¡es duro!
Porque vivimos en una sociedad en la que se dice que, si haces este tipo de cosas solo/a, eres un “rarito/a”.
Pero hay deberíamos pensar “pobrecito/a tu que si no tuvieras tu compañero/a no irías al cine”, “pobrecito tu que, si no tienes plan un sábado, te quedas en casa arrancándote el pelo en vez de irte a la playa o a dar un paseo”.
¡NO HAY NADA MEJOR QUE LA PROPIA COMPAÑÍA!
4.- Valora los momentos contigo mismo y cuídalos: Si cuando haces cosas solo, te quejas y piensas que es aburrido, que es triste, que que haces haciéndolo solo… y cuando estas en compañía lo valoras, es normal que se refuercen mucho tus momentos con otros. Trata de reforzar tus momentos contigo mismo (que a gusto estoy leyendo, como estoy disfrutando de la serie, me encanta salir a pasear e ir a mi ritmo). Cuando le das ese valor, al final terminas encontrando cosas bonitas en los momentos que pasas contigo.
5.- Dedica tiempo a estar en silencio: ¿Sabes que el silencio puede ser algo tan relajante como una técnica de meditación? ¿Y que durante el silencio encontramos pensamientos creativos que de otra manera no aparecen? No pienses que el silencio es aburrido, quita esa etiqueta, y descubre que hay detrás del silencio.
Además de estos 5 puntos, también es importante que mantengas el contacto con los demás.
En algunas ocasiones, puede darse el caso de que el propio miedo a la soledad provoque alejarse cada vez más de los demás debido a la sensación de falta de control emocional que se experimenta.
Por ejemplo, una persona que tiene temor a la soledad, podría tener pensamientos como: “no quiero empezar una relación porque seguramente al cabo de un tiempo me van a abandonar y me sentiré peor”, “no voy a llamar a mis amigos porque van a decir que dependo siempre de ellos” …
¡Enamórate de tu propia compañía al mismo tiempo que mantienes relaciones sanas y que te aportan bienestar!
A muchas personas las melodías navideñas les irritan, el muérdago les produce alergia, las celebraciones con los parientes les estresan y desearían que el calendario pasase, como por arte de magia, la página de diciembre. Y puestos a pedir, también la de noviembre, ya que las navidades cada año empiezan antes. En el fondo de todas estas razones se esconde el hecho, registrado ya por profesionales, de que estas fiestas consiguen todo lo contrario a lo que se proponen: deprimir y estresar al personal hasta límites insospechados.
En los cuentos infantiles una característica para reconocer al malvado era, y me temo que todavía es, al menos para la factoría Disney, que éste siempre odiaba la Navidad. La sociedad nos ha vendido que estas fechas son entrañables, una época mágica en la que todos tenemos que estar constantemente rodeados de familia y amigos, y consumiendo cuanto más mejor. Sin embargo, lo que le sucede a mucha gente es que sufre tristeza y melancolía.
Estas fiestas de final de año hacen que muchas personas añoren a familiares que ya no viven o épocas pasadas, más felices. Y están también los que se sienten muy estresados con las múltiples celebraciones –especialmente las mujeres, que son todavía las que, generalmente, se ocupan de cocinar y organizarlo todo–, o con el hecho de verse con parientes que no son de su agrado, o enfrentarse a los gastos extra de los regalos. ¡Hay una presión enorme en esta época del año! Además, los que están solos, sufren también porque se agudiza su sentimiento de soledad.
La Navidad que nos han vendido genera unas expectativas que no son reales y las decepciones son mucho más grandes de lo habitual. Aquí algunos consejos para manejar el estrés y la ansiedad durante las navidades:
1- Tener expectativas realistas
Es importante que tengamos unas expectativas realistas. ¡La Navidad no es Disneyland! En esta época, no se solucionan de repente todos los problemas o nos empezamos a llevar fenomenal con personas con las que no congeniamos el resto del año.
El dejarnos llevar por la presión social que nos vende que las Navidades son maravillosas, hace que creamos que cuando nos juntemos con la familia o con los amigos todo será diferente, que todos vamos a estar mucho más unidos y nos vamos a llevar mejor que nunca. ¡Esto no es así! Si adoptas un pensamiento realista y no dejándote llevar por lo que se supone que deberías de sentir en Navidad, el malestar no será tan intenso.
2- Evita los desencadenantes conocidos
Por ejemplo, si la política es un tema delicado en tu familia o el coronavirus genera una excesiva preocupación en alguna persona, no hables de ello. Si alguien saca estos temas, usa la distracción y pasa rápidamente a otra conversación. ¡Vamos a ponérnoslo fácil!
3- Reserva tiempo solo para ti y date espacios
En ocasiones, el exceso de actividades sociales puede provocar una gran presión sobre ciertas personas. Es recomendable tener momentos a solas para distanciarse de la multitud. Por ejemplo, podemos dar un paseo, escuchar música, practicar técnicas de relajación o leer un libro, es decir, realizar actividades que nos conecten con nosotros mismos.
No te fuerces si realmente no quieres estar constantemente rodeado de familiares en Navidad. Date permiso para estar contigo mismo. ¡No te sientas culpable! A lo mejor te alivia no estar todos los días reunido con la familia y no pasa nada.
No fuerces emociones que no cuadren contigo o que no sientes. Porque lo que sientes lo estás sintiendo por alguna razón (quizá echas de menos a algún familiar, hay conflictos internos que te impiden disfrutar de estos días…)
4- Las personas bajo estrés tienden a ‘automedicarse’ con alcohol, cigarrillos y otras drogas
Trata de recordar que el alcohol y otras drogas no pueden resolver problemas ni aliviar el estrés a largo plazo.
5- No te obligues a ser otra persona diferente
¡No por ser Navidad tenemos que estar súper felices! Permítete sentir lo que sientas en cada momento y no te dejes llevar por los villancincos o cancioncillas que nos venden, sino que escucha tu interior.
La continua fijación por los físicos perfectos solo produce insatisfacción. Son tiempos para la aceptación, el autocuidado y el respeto a nuestro propio cuerpo.
¿Qué entendemos por un cuerpo perfecto?
Si nos basamos en las fotografías que hablan de un cuerpo perfecto, observamos piernas musculadas y delgadas, cinturas estrechas, un abdomen tonificado… Imágenes utópicas para la mayoría de los mortales que tenemos el cuerpo diseñado por nuestros ancestros para sobrevivir en terrenos hostiles e inviernos crudos.
El negocio que se ha montado alrededor del culto al cuerpo (ropa, alimentación, suplementos…) con la promesa de la felicidad conseguida al tener el cuerpo perfecto, nos aleja de lo que verdaderamente nos va a dar el bienestar: una vida plena y en calma con nosotros mismos.
Muchas veces asociamos un cuerpo estético al éxito, el bienestar y la felicidad. Pero, ¿de verdad tu felicidad y tu éxito en la vida dependen de tu físico? ¿Dónde quedan los demás factores?
Muchas personas llegan a consulta con la creencia fuertemente arraigada de que si cambian su cuerpo, mejorará su autoestima. Habitualmente, pensamos que una cosa implica la otra. Un cambio en mi forma física, va a implicar un cambio en mi autoestima y me voy a sentir mejor. Es normal que esta creencia se construya, porque es verdad que cuando adelgazamos, se nos refuerza socialmente, ya que se considera que quien adelgaza ha conseguido algo positivo y se le felicita por ello.
Eso no es cierto; que una persona adelgace, no tiene por qué implicar algo positivo. A veces, puede significar que está emocionalmente inestable o se encuentra mal. Ese refuerzo, cada vez que una persona baja de peso, no tiene mucho sentido ni lógica cuando lo sensato sería preguntar cómo se encuentra o no hacer ningún tipo de comentario.
Mejorar la autoestima requiere de un gran trabajo a nivel interno y ese avance no va a suceder simplemente por un cambio a nivel físico. De las veces que has intentado cambiar tu cuerpo y lo conseguiste, ¿cuánto tiempo te duro esa sensación de plenitud y bienestar? Probablemente, la respuesta sea que poco tiempo y te lleve a cuestionarte que un cambio físico no implica un cambio a nivel interno y que hay muchos otros factores que influyen en nuestra autoestima.
La autoestima no se trabaja mejorando el cuerpo, sino la forma de verlo. De nada sirve empeñarnos en trabajar el cuerpo para cambiarlo si, al mismo tiempo, lo estamos odiando.
Por ejemplo, todos conocemos a alguien que tiene un cuerpo estupendo, pero no se quiere nada y siempre procura conseguir algo inalcanzable que le produce insatisfacción porque nunca es suficiente. Por otra parte, también conocemos a aquellas personas que supuestamente y normativamente no tienen lo que se considera por un cuerpo estético, pero se quieren y se ven maravillosamente bien.
Por tanto, la creencia de «si cambio mi cuerpo, mejorara mi autoestima» no es cierta. El objetivo tendría que ser cambiar y mejorar la relación con nosotros mismos, el buen trato… sin necesidad de que nuestro cuerpo cambie.
Factores presentes en la infelicidad con nuestro cuerpo:
– Las dietas: Sufrir ansiedad ante la comida, desgraciadamente, es algo muy común y si nos proponemos una dieta sumamente restrictiva este malestar se acentúa aún más.
Sobre todo cuando se acerca el verano queremos adelgazar rápidamente y nos sometemos a dietas con alimentos que no nos gustan y que nos aportan muchas menos calorías de las que estamos acostumbrados.
Mantener esto a la larga suele ser imposible. La motivación inicial desaparece rápido cuando nos enfrentamos a sensaciones continuas de hambre y el cansancio que suele traer asociado. La operación bikini podría incluso terminar peor de lo que empezó.
– Deporte: Practicar ejercicio es muy sano, pero a veces nos olvidamos de los beneficios que tiene para la salud y nos centramos únicamente en el deporte como obligación. Ya no es solo la perdida de grasa, la pérdida de peso, la figura… también hemos unido a todos esos ideales el cuerpo definido y escultural.
Parece que el deporte acaba siendo la obligación inquebrantable que todos tenemos que hacer para conseguir ese ideal de cuerpo. Y se nos olvida la parte de placer, de disfrutar… que también nos genera el ejercicio físico.
El deporte nos ayuda con la gestión y regulación emocional (por ejemplo, la ansiedad es un montón de energía que, si no la expulsamos, nos produce esos síntomas de falta de aire… así que el deporte es un recurso muy bueno para reducirla).
Pero en ocasiones, el ejercicio físico va ligado a la necesidad de cambio corporal y esa forma de verlo nos provoca más daño que beneficio. Si yo estoy haciendo una actividad física y no estoy concentrándome en cómo siento mis músculos, en cómo se mueve mi cuerpo, en la flexibilidad que voy adquiriendo… Si solamente estoy pensando cuánto peso habré perdido o cuánta musculatura habré ganado, lo estamos realizando desde un planteamiento equivocado.
Deberíamos utilizar el deporte para conectar con nosotros mismos, no solo para estar centrados en lo que tenemos que conseguir después de realizarlo. Además, los resultados no son instantáneos y nos podemos sentir muy frustrados si no notamos los cambios rápidamente.
Aquí entra también la parte de permiso: si un día no hago deporte, no se acaba el mundo. Se supone que esto es un beneficio para mí. No algo que me haga sufrir más que si no lo practico.
Pero cuando hacemos deporte con el único objetivo de cambiar nuestro cuerpo, tenemos la sensación de que no podemos fallar ni un día y aumentamos las exigencias y los mecanismos compensatorios que vienen cuando no lo consigo hacer.
En este sentido, un mensaje que ha estado (y sigue estando) muy presente en nuestra sociedad es que «tengo que cambiar el cuerpo con esfuerzo y fuerza de voluntad». Y, en mi opinión, se trata de una afirmación que nos puede hacer mucho daño, ya que es importante plantearnos cuando algo deja de ser autocuidado y empieza a ser obligación.
Redes sociales y su influencia en nuestra imagen corporal
Durante el confinamiento, hemos recibido un bombardeo constante de mensajes a través de las redes sociales del tipo «tienes que aprovechar el tiempo para hacer mucho deporte», «tienes que aprovechar para comer más sano y cuidar tu cuerpo», «cuidado con subir de peso» … Todos estos mensajes pueden hacernos mucho daño y no nos ayudan a mejorar la relación que tenemos con nuestro cuerpo.
Las redes influyen a dos niveles principales:
– Visibilizan solo un tipo de cuerpo: Hay un idealismo y un perfeccionismo que se muestra todo el rato que no corresponde con la realidad, pero a veces nos hacen creer que solo hay un tipo de cuerpo válido, que tenemos que esforzarnos parar lograrlo y que el resto de complexiones son inexistentes o no podemos mostrarlas de la misma forma.
La parte buena es que hay multitud de personas que se rebelan contra la belleza única y se unen a movimientos que buscan dar visibilidad a los diferentes tipos de cuerpos. Y en nuestras manos está decidir qué tipo de páginas o perfiles queremos seguir y qué tipo de cuerpos queremos ver.
– La perfección: Si seguimos a una ‘influencer’ determinada que nos muestra todo lo sano que come, todo el deporte que practica y su cuerpo siempre perfecto bajo la mejor ropa, que le queda siempre estupenda… Solo vemos esa parte de ideal y eso influye en la construcción de nuestras creencias (en lo que se supone que tendría que ser nuestro cuerpo, estilo de vida…). Una relativa perfección que se concentra en unas poquitas horas del día de esa persona y que nosotras queremos trasladar a las 24 horas de nuestro día.
Estamos expuestos a esto, pero también podemos limitar hasta dónde nos llega este concepto del ideal estético. No se trata de que nos tenga que encantar cada parte de nuestro cuerpo. Lo importante es la aceptación, el autocuidado y el respeto.
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