Esa frase y la aceptación, son la base de mi forma de trabajar. No tenemos que conformarnos y quedarnos en dinámicas que nos causan dolor, pero sí aprender a no huir del dolor como si fuera algo peligroso. Entender que no es como quemarte con el fuego. Sino que nos informa de algo ignoramos. Gracias a descifrar eso, podemos irnos o quedarnos de donde sea, pero ya no porque lo diga la teoría, sino porque vemos y sabemos, de verdad y en paz, lo que queremos.

La base de mi trabajo es que las personas no vienen a escucharme a mí, ni a lo que su alrededor espera, vienen a escucharse a sí mismas. Y yo les acompaño en descubrir eso que solo ellxs saben. Porque en mi experiencia, solo eso asegura que el proceso que hagan sea honesto. El tiempo que yo les acompañe nunca es igual, porque cada persona es única. Quitarse presión en ese sentido no hace que la persona esté toda la vida en terapia, hace que marque su ritmo y sus necesidades. Teniéndome ahí como acompañamiento, como alguien que da luz cuando me lo piden o se hace necesario. Pero jamás como salvadora, lo cual es otra de las bases de mi trabajo: cada cual tiene la capacidad de ser responsable y directorx de su propia vida. Y esto no se fuerza, ya es.